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Él es Vicente Fernández, homónimo del cantante mexicano, que se encontró con el grupo de trabajadores de prensa en el patio del Centro de Emergencias Médicas, en la madrugada del sábado y con su vetusta caja de madera, ofreció lustrar sus zapatos.
En diálogo distendido con Víctor Ruiz, nuestro compañero de tareas, Vicente relató que a los 10 años tuvo su primera caja de lustrabotas y ahora, a sus 41 años dijo que tiene la intención “de jubilarse”, comentó entre risas.
Fernández trabajó toda su vida en esa sub ocupación, ya que no tuvo la suerte de poder estudiar, y antes que dedicarse a la delincuencia se aventuró a ganarse la vida con esfuerzo y valor.
“A dos mil nomás cuesta” cada lustre, dice y mientras sigue esmerado en sacarle el máximo brillo a los zapatos de los periodistas, Vicente comenta que tiene a su cuidado una hija adolescente, quien la espera en su casa, en la ciudad de Ñemby.
El humilde trabajador recorre grandes distancias para ganarse la vida, con una ropa cómoda y unido a su cajita y un trapito amarillo, dice que su mayor rédito lo suele conseguir en la Avenida Costanera de Asunción.
En todo un día, suele dejar satisfecho a unos 10 o 15 clientes, quienes tienen un caminar reluciente gracias a la habilidad de Vicente, formada durante 31 años.
Ahora, en plena madrugada y con el rostro marcado por una sonrisa (y signos de fatiga) Vicente enciende un cigarrillo tras conseguirse unos billetes y se aleja nuevamente hacia el anonimato, en busca del sueño de jubilarse.