La lucha de un demócrata

Don Antonio Palazón es un conocido luchador por la democracia y la defensa de los derechos humanos. En su cuerpo pueden apreciarse a simple vista los rastros de las torturas que recibió durante la dictadura de Alfredo Stroessner, y pese a su frágil salud, se lo puede ver aún con su Tribunal Etico Contra la Impunidad (TECI) recorriendo instituciones para denunciar corrupción e injusticias, o llevando solidaridad a la gente afectada por estos males.

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En su grupo de correo electrónico, escribió hoy un relato recordando una de las tantas represiones sufridas, para que las nuevas generaciones conozcan aunque sea un episodio de los miles que sufrieron nuestras compatriotas en la época dictatorial. Don Antonio Palazón es uno de los paraguayos que hoy se preocupan también por el pueblo de Venezuela, que viene sufriendo iguales ataques de parte del gorila Nicolás Maduro. Esto es lo que puede leerse en el correo de este demócrata.

A las 19 horas la esposa e hijos de mi compañero de luchas Presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos del Paraguay, Luis Alfonso Resck, harán oficiar una misa en su memoria en la iglesia de Cristo Rey. En ella elevaré también mis plegarias por mis padres, hermano y los cientos de compañeros que ofrendaron sus vidas y otros fueron arrojados al exilio en su incaudicable lucha por la libertad y pediremos desde cielo nos iluminen para tratar de ayudar a los hermanos venezolanos que consigan pronto liberarse del tirano y su gavilla.

Cordial y afectuoso saludo.

Antonio Palazón

Mis queridos amigos y amigas: hoy 21 de junio, es una fecha muy especial para mi y mi familia. Más abajo les envío lo publicado hace tres años por el semanario larueda.com.py.

Un día como hoy, mi condición de joven liberal rendía su dolorosa prueba. La noche había montado con sigilo el escenario de la odisea familiar.  Los cobardes protagonistas se desplegaban en forma solapada, amparados en la sombra que se prestaba, para irrumpir en mi vivienda con disparos a discreción, con la protección de un poder despótico, la incapacidad de la razón de cada uno de sus miembros para el discernimiento, la conmiseración o la piedad, con el límite inexpugnable que les construye su incultura, su brutalidad y su preparación para esas tropelías, con ese borramiento que produce en el hombre la persistencia de un entrenamiento calculado para hacer desaparecer en él la diferencia que existe entre los humanos y las bestias, muchos de ellos tal vez hayan irrumpido con esa violencia que los caracterizaba, convencidos de que su misión de esa noche implicaba una gestión patriótica en defensa de ese sistema que a estos remedos de hombres, les habían convencido que debían defender. Esa patria que el déspota y sus secuaces habían construido solamente para ellos y contra lo que nosotros luchábamos intentando para salvar a nuestra nación de sus designios.

Así se iniciaba la cadena de sufrimientos y penurias, que llegaron hasta el mismo borde de la capacidad de la resistencia humana. Mi corta familia de entonces, padre, madre y único hermano, soportó sin alternativas toda clase de suplicios y agravios interminables. Los daños físicos, morales y económicos producidos, no tiene ni han tenido posibilidad de resarcimiento ni recuperación. El acoso se extendió a nuestra empresa familiar. Quedamos marcados para siempre por sus huellas y sus daños, cicatrices, y los recuerdos han quedado para siempre en cada uno de nosotros y hoy cuando han pasado ya 50 años, a los que quedamos vivos aún, nos parece que fue solo ayer.

Hasta hoy retumba en mis oídos los golpes de un miserable, a mi madre. Ella se enfrentó con el verdugo del tirano, pretendiendo parar los incesantes azotes a su hijo. Ese penoso instante fue para mi más fuerte que la noche de los tormentos.

Me siento liberado de odio, pero no de los recuerdos que estarán vivos para siempre. Por eso dedico mi vida a exigir justicia para todos quienes luchan contra la opresión política, económica y social, en lugar de los compañeros idealistas, que ya no están vivos. Seguiré persistiendo. Lo haré en memoria de todos y cada uno de ellos que soñaron para todos por igual, una patria libre, soberana y rica.

Se puede decir que un hombre sin ideales nobles, solamente existe, no vive.

Antonio Palazón Ibieta

21 de junio de 1963-21 de junio 2013

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