Quince años sin respuestas

Tenían apenas 15 años cuando militares llegaron hasta sus casas en Caaguazú para llevarlos a un destacamento en el Chaco y cumplir el Servicio Militar Obligatorio. Quince años después, un 2 de febrero como hoy, la tierra se los tragó.

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Eran dos jóvenes, vivían en casas humildes en la ciudad de Caaguazú, junto a varios hermanos. Eran Cristian Núñez y Marcelino Gómez, ambos paraguayos de 15 años que habían deseado toda su vida convertirse en militares.

Su sueño se hizo realidad en octubre de 1997 cuando varios uniformados, militares, llegaron hasta sus respectivas casas para indicarles que iban a ser llevados para cumplir el Servicio Militar Obligatorio en el destacamento militar “4 de Mayo”, en el Chaco.

Zulma Paredes, madre de Marcelino, se opuso a que su hijo sea llevado, porque era solo un niño, su niño, el segundo de siete hermanos. “Yo no quería que le lleven porque era muy chico todavía”, relata la madre.

Sin embargo, uno de los uniformados –cuyo nombre no recuerda– le dijo que su hijo tenía un físico desarrollado y que se encargarían de modificar los datos de su documento de vida –partida de nacimiento– y hacer figurar que tenía 16 años y no 15, como era en realidad.

Impotente, la madre, con lágrimas en los ojos, dejó que esos uniformados se llevaran a su hijo hacia un rumbo desconocido, quedando ella con una profunda pena en el corazón. Siete meses debía pasar en el SMO y luego retornar a su hogar; el mismo Marcelino le dijo eso a su madre para consolarla.

“Me dijo que siete meses nomás y después volvería otra vez a casa”, comentó Zulma, ya con la voz quebrada por el dolor que significa para una madre perder a un hijo creado y criado con un inmenso amor.

“Él era muy trabajador, se despertaba a las 3:00 y me ayudaba vendiendo chipa o trabajando con su papá”, comentó sin poder contener el llanto que le causaba recordar al buen hijo que le fue arrebatado.

El sueño de Marcelino y su amigo Cristian Nuñez se truncó el 2 de febrero de 1998, o tal vez antes. Esa fecha, una persona llegó hasta la casa de Zulma para informarle que su niño estaba desaparecido.

Temor, angustia, dolor, todos los peores sentimientos que una madre puede sentir por la pérdida de un hijo, comenzaron a brotar en su ser. A partir de allí comenzó su lucha para saber qué pasó con Marcelino.

A su lucha se sumó Deolinda Lugo, la madre de Cristian Núñez, otro de los jóvenes que desaparecieron sin dejar rastros. “Se le mandó a buscar una vaca y allí se perdieron, eso nos dijo el subteniente Blas Ramón Vera”, contó doña Zulma, señalando al mismo como responsable de la pérdida de su hijo.

Este argumento no la tranquilizó, tal vez por el sexto sentido que dicen que las madres tienen, o porque Vera no le inspiraba confianza. Con el transcurrir de los días, los militares insistentemente repetían una y otra vez el argumento, pero Marcelino y Cristian no aparecían.

Este sábado 2 de febrero se cumplen 15 años de la desaparición de ambos niños, como tragados por la tierra, sin rastros, sin muestras de vida, sin algo que dé una luz de esperanza a sus desconsoladas madres, carcomidas por el dolor de no saber nada ni de tener siquiera una tumba donde llorar.

“Solo pido que me diga dónde está mi hijo, qué hizo con él, porque no creo que esté vivo”, clamó doña Zulma, ya casi convencida de que Marcelino no podría estar con vida.

Vidal Acevedo, de Serpaj-Paraguay, comentó que en el 2009 el gobierno paraguayo asumió la responsabilidad en la desaparición de los dos niños nacidos de Caaguazú, pero este reconocimiento ya fue tardío porque, en el 2002, el militar Blas Ramón Vera fue sobreseído del caso y en el 2007 solo le impusieron una multa de G. 23 millones, dinero que, como si fuera poco, no fue a parar a manos de los familiares.

Existe además un Acuerdo de Solución Amistosa entre el Estado y los familiares en el que se “acuerda” llevar a cabo todas las medidas necesarias para aclarar la desaparición de los niños. Este punto aún no se cumplió.

Desde el 2002, el caso no avanzó en lo absoluto para ubicar a Marcelino y a Cristian; sin embargo, el militar a cargo del destacamento se encuentra libre de culpa y pena.

En el citado acuerdo figura además que las madres deben recibir por un lado una pensión para manutención y por el otro, seguridad para ambas familias. En el primer punto, existe ya una ley aprobada para las mismas, pero hasta ahora no se abonó dinero alguno a las madres, según dijo Acevedo a ABC Color.

El caso llegó incluso a instancias internacionales en octubre del 2000, cuando fue presentado por las madres con apoyo de varias organizaciones ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

Sin embargo, y pese a todos los esfuerzos legales de ambas madres, sus hijos siguen desaparecidos, nadie fue condenado y solo tienen el vacío que dejaron ambos muchachos llenos de vida y esperanzas, llevados a un tenebroso destino para no volver nunca más.

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