Salen a la luz más mensajes

Tras la condena a 40 años de cárcel para Isaías Torres y Gissella Milea Otto por un asesinato cometido por placer, algunos de los miles de mensajes que intercambiaban salieron a luz. En ellos la pareja describía detalles de sus planes para seguir matando.

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Cuando la pareja conformada por Isaías Raúl Torres (28) y Gissella Milea Otto (27) fue condenada a 30 años de sentencia más 10 de medida de seguridad, se dieron a conocer algunos mensajes, que, si bien eran crueles y describían cómo los cómplices conversaban sobre el asesinato que cometieron, aún eran escasos.

Pero varios días después de que este caso tomara estado público y generara impacto en la sociedad, ahora se han filtrado algunos de los cerca de 5.000 mensajes extraídos por peritos de la Justicia, que revelan que la crueldad de los autores del asesinato de Agustín Emmanuel Bogado fue mucho más lejos, extendiéndose incluso a planear nuevos asesinatos, y a confesar homicidios anteriores, como en el caso de Raúl Torres.

ABC Color realizó una selección de los mensajes más impactantes que se enviaron Isaías y Gissella en los días posteriores al crimen.

Con naturalidad, y hasta con satisfacción, la pareja fantaseaba con la idea de matar a nuevas personas; incluso hablaban de “alguien pudiente”, a quien le pudieran sacar dinero para algunos gastos que tenían, como una mudanza.

En uno de los mensajes, Gissella le dice directamente a Isaías que necesita “plata”, por lo que, como solución, plantea que le gustaría “matar a alguien pudiente este mes; unos dos milloncitos para ayudar en la mudanza”.

A este planteamiento, Isaías le responde que también quiere “guita”, pero le habla de que es necesario encontrar una forma de “matar rápido”. “Una puñalada en la garganta o algo así”, le sugiere a su compañera.

Al final de esa serie de mensajes, Isaías le da una suerte de cátedra a Gissella, diciéndole que ”hay puntos para matar, muchos son fáciles”, y le promete comenzar a buscar información.

Posteriormente, la conversación termina cuando Isaías muestra un atisbo de “prudencia”, y le dice que “pegaría tener un arma con silenciador”, pero ella, mucho más sanguinaria, le replica que “sería lindo tirarle ácido a alguna víctima, para que sufra, pero taparle la boca antes, por supuesto. Me gusta imaginarlo, hablo en serio...”, expresa la mujer.

Él, si bien le dice que sería factible su estrategia, le argumenta que no tienen ácido”, y agrega que sería necesario “atar al tipo antes”.

Así, Isaías funge de “el más centrado” de la dupla, calmando la ansiedad de sangre de su compañera criminal.

Apuñalar es “liberador”

En una nueva hilera de mensajes, correspondiente a otro día, Gissella comienza la charla manifestándole un deseo a su cómplice: “quiero apuñalar en el cuello a alguien”, le dice sin vueltas, a lo que responde el hombre que eso “sería liberador”, pero le aclara que él también quiere hacerlo, por lo que tienen un pequeño desacuerdo por definir quién sería el encargado de dar la estocada.

Ella le dice que la víctima “no moriría al instante”, por lo que le pregunta si le parece bien clavar a la víctima primero ella, y luego él. Finalmente, ambos analizan que lo importante es “asegurar que (el puñal) traspase el cuello. No debe haber error”.

Confiesa tres crímenes más

Aquí es donde viene uno de los momentos más escalofriantes de las conversaciones de los condenados. En un determinado momento, Gissella le pregunta, como por curiosidad: ¿cómo matabas antes?, a lo que Isaías responde citando detalladamente un total de cuatro asesinatos.

“A uno le rompí el cuello, a otro algo parecido, a Manu una llave y a otro lo ahorqué con una sábana”, relató crudamente Torres.

Ante esta desgarradora descripción surge la pregunta de si Isaías Torres solo fue condenado por el crimen de Emmanuel Bogado, ¿quiénes son las otras tres víctimas a las que ultimó y por las que no ha sido juzgado?

Esta y otras interrogantes quedan aún en el tintero de este caso judicial que ya se ha convertido en histórico, por ser el primero en el país con tal nivel de crueldad, y en cuyas aristas está involucrado el simple placer de acabar con la vida humana.

 

 

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