Exreo trabaja por los jóvenes

Imposible imaginar que este joven de carácter alegre y trato amable fue alguna vez interno del correccional de menores Panchito López.

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Feliciano Colinas tiene 30 años, está casado, tiene un hermoso bebé y actualmente se desempeña como instructor del taller de electricidad en el Centro de Formación y Capacitación Laboral Padre Luigui Giussani.

En aquel entonces, Feliciano tenía 15 años y, a pesar de que estuvo preso un mes, recuerda esta etapa como si fuera ayer porque, según sus palabras, un mes en la cárcel es como “un año entero o más”. “Cuando eso tenía 15 años ahora tengo 30; fue por un robo de vehículo, me gustaban las máquinas pero ni siquiera sabía manejar y evidentemente menos un Scania; fue una estupidez. A través de un amigo que se llama Claudio conocí a Pedro (Samaniego) y cambió totalmente mi historia. Ahora tengo 30 años, me casé, tengo un hermoso hijo y hace 9 años que me quedé con ellos”, comentó.

En su adolescencia, Feliciano cumplió los dos años establecidos por el programa y, si bien salió posteriormente, nunca se alejó del todo. Tras su predilección por las máquinas, se fue a trabajar en el Chaco como maquinista, pero cada vez que tenía tiempo, venía a visitar el centro y se quedaba unos días.

“Yo trabajé mucho en el Chaco, con colonos menonitas, brasileños, pero al fin y al cabo acá me siento mejor, esta siempre fue mi casa porque a cada tanto cuando venía de mi trabajo, venía acá, desde que entré nunca más me fui de acá”, relató. “Con el tiempo me daba cuenta, me apasionaba también ver a ellos en el lugar donde yo estuve, muchas veces me sentí identificado, no pasé exactamente lo que ellos pasan, gracias a Dios no tengo vicios ni nada, pero yo también provengo de una familia muy humilde. Vi que necesitaban encontrar a la persona adecuada, ya habíamos probado con otra gente que vino a trabajar pero no duran un mes, porque no es fácil cuidar a otros chicos que no son tus parientes, les falta carisma; en muchas cosas yo les entiendo porque pasé por eso, no todos podemos entender porque si no pasamos por eso es difícil”, comentó.

Desde su experiencia, concluye que en muchos casos los problemas familiares predisponen a los jóvenes a drogadicción y a la delincuencia. “Ellos (los internos) se quejan de que no les cuidan, son de padres separados, los padres son violentos, borrachos, les pegan, no tienen esa afinidad con los padres entonces pasan a buscar esas amistades con otras personas, que les hacen cometer errores, y ahora hay mucha droga, cuando salen de sus casas, no tienen trabajo, no tienen nada, es lo primero que buscan es eso”, comentó.

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