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En 1997, cuando un grupo de delincuentes realizó una excavación para robar el Banco Nacional de Fomento de Choré, departamento de San Pedro, el líder de esa banda ya era Alcides Oviedo y su pareja, Carmen Villalba. Este fue el nacimiento de una gavilla que con el correr de los años se trasformaría en el EPP.
Desde esa época, Oviedo Brítez ya mostró poseer una mente manipuladora al servicio del crimen; luego, la combinó con ideología de izquierda para ganar el fanatismo ciego de otros jóvenes y formar el grupo criminal que, desde hace varios años, viene sembrando terror y regando con sangre inocente el suelo paraguayo.
Cuando Alcides Oviedo y Carmen Villalba cayeron presos, tras ser condenados por el secuestro de María Edith de Debernardi, el grupo quedó sin líder. Fue entonces que Osmar Martínez tomó las riendas del EPP, cometió el secuestro de Cecilia Cubas, que no tuvo un final feliz, y otra vez -pese a estar preso- fue Oviedo el que comandó tras las rejas al grupo.
Pero las limitaciones propias de estar preso obligaron a Alcides a tener que delegar la estrategia de campo a alguien de su entera confianza y el elegido fue Osvaldo Villalba, quien es cuñado de Oviedo Brítez.
Desde hace una década, Osvaldo viene siendo la cabeza visible de los delincuentes internados en los bosques del norte del país y tiene la misión de comandar los operativos, la quema de maquinaria, retiros, perpetrar crímenes de campesinos, amedrentamientos y secuestros.
La primera mujer con rango de jefa dentro de la estructura delictiva del EPP es Magna María Meza, quien aparece en varios vídeos y también es una cabeza visible del grupo.
Con ella operan Liliana Villalba, hermana de Carmen y Osvaldo. Alejandro Ramos, quien era un líder campesino y que luego se unió al EPP, es otro de los cabecillas.
Como en toda estructura criminal, el EPP necesita devolver fuerza y vigor a sus filas, por ello inició el “reclutamiento” de nuevos integrantes, muy jóvenes en su mayoría.
Estos nuevos integrantes forman un subgrupo que está liderado por Lucio Silva. Según las investigaciones policiales, esta nueva ala delictiva se divide en varios grupos que se mueven en los montes armados y equipados, compuestos por entre cinco y siete personas.
Esos ataques en retiros y estancias son cometidos en su gran mayoría por este nuevo grupo a modo de entrenamiento.
Mientras tanto, las Fuerzas de Tareas Conjuntas siguen sin conseguir progresos mayúsculos en su lucha en el norte y el EPP crece y atropella los derechos de las personas pobres y de los trabajadores.