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A las 13:00, en la capilla de Sevilla, el cuerpo del pequeño Rubén Darío será cremado. Deja como legado sus publicaciones: “Encuentros con Rubén” (2015), “Sensación de pureza” (2015) y “Las caras y otros cuentos impredecibles” (2016) y en ellos los personajes que ayudó a nacer.
Su obras fueron realmente apreciadas en el país que lo acogió para tratar la enfermedad que finalmente se impuso, pese al enorme esfuerzo y su calidez humana, una cualidad que junto a su talento literario le valieron que la biblioteca de su colegio lleve orgullosa el nombre de “Rubén Darío Ávalos Flores”.
“En reconocimiento a tu calidad humana, tus cualidades literarias y tu buen hacer con nuestro centro, la Comunidad Educativa del CEIP San José Obrero ha decidido que nuestra biblioteca lleve tu nombre, Rubén Darío Ávalos Flores. Es un orgullo para todos poder contar con tu presencia en nuestro colegio. Miles de abrazos. El director Miguel Rosa Castejón”, rezaba la carta que anunciaba el homenaje a este pequeño escritor paraguayo, según consignó en su columna el periodista Jesús Ruiz Nestosa desde España.
A sus once años ya declaraba su gusto por Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges, Augusto Roa Bastos, Horario Quiroga y Ernesto Sabato, en una nota del diario El País de España, que indagaba también sobre su enfermedad: la histiocitosis, una disfunción del sistema inmunológico que provoca la formación de tumores en diferentes órganos del cuerpo.
Ante la dificultad y limitaciones que le planteaba su enfermedad, Rubén Darío supo encontrar en sus cerca de cuatro estantes de libros la libertad y aventuras sin fronteras que los libros y la imaginación le permitían.