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Esta región del país enfrenta una postergación que viene de décadas. La postración, la miseria y la falta de infraestructura no hacen otra cosa que reflejar el abandono en que viven sus habitantes.
No llega al extremo del Alto Paraguay pero ambos tienen muchas características en común sobre el aislamiento. La diferencia es que Alto Paraguay no tiene ni siquiera un centímetro de asfalto; Pilar por lo menos puede conectarse en todo momento con el resto del país.
En el interior del departamento no se puede decir lo mismo: ingresar a Ñeembucú es el inicio de un recorrido por una de las zonas más majestuosas del país, la extraordinaria belleza del departamento contrasta con la pobreza y el abandono de su gente.
En situaciones de emergencia resaltan todos los males que puedan imaginarse y es en este momento cuando también se recuerdan las promesas electorales. Los reclamos, sin embargo, se limitan al momento, y luego la misma letanía envuelve todo con un manto de olvido.
Es responsabilidad del Estado esta carencia extrema, pero no es el gobierno de Horacio Cartes el culpable. Tiene la obligación de buscar e impulsar soluciones estructurales, pero los primeros culpables son los dirigentes políticos que hundieron a su departamento en la miseria.
Otro tanto sucede con la región oeste de Misiones que no es otra cosa sino una extensión de los esterales del Ñeembucú. La naturaleza no tiene fronteras y desde el aire se observa la misma panorámica: agua por todos los extremos.
En la mañana del martes 6 de mayo, en el Centro de Operaciones de Emergencia, montado por la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN) en la ciudad de Pilar, se recibió una llamada de emergencia. Una persona de 36 años sufrió un aborto espontáneo y el feto debía ser extraído, ante el peligro de muerte para la madre.
Se envió en busca de la mujer a un helicóptero de la Fuerza Aérea Paraguaya con un equipo de respuesta de la Unidad SAR hasta la pequeña localidad de Tavai ruguá, situada a unos 30 kilómetros al oeste de Yabebyry, Misiones.
Julia Esquivel fue llevada por su marido en una carreta estirada por bueyes hasta Tavai ruguá. La pregunta sería: ¿Por qué no llegó el helicóptero hasta su vivienda, teniendo en cuenta que hubiera sido más fácil y habría evitado a la pobre señora sortear el duro pasaje en la carreta?. En el sitio donde viven no tenían comunicación y debían llegar hasta el poblado para pedir auxilio.
En medio de un panorama con caminos inundados, aislados en su vivienda y en medio de la desesperación para evitar la muerte de Julia, madre de tres chicos, llegó oportunamente el helicóptero con los rescatistas. Lo que permitió un final menos doloroso.
La madre lamenta la muerte de su hijo, pero lograron salvar su vida. Con el feto dentro, su muerte era prácticamente segura.
En unos días más se levantará el Centro de Operaciones de Emergencia. La tarea de la SEN habrá finalizado y el ruido de los helicópteros se habrá apagado. No es trabajo de la dependencia estatal solucionar problemas estructurales, sino servir de paliativo ante situaciones extremas.
El silencio que se extenderá a lo largo de los esterales es el mismo que niega mejores condiciones de vida a quienes luchan por sobrevivir.