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El papa Juan Pablo II arribó en un momento trascendental de la historia de nuestro país, cuando ya se percibía un franco declive del régimen de Alfredo Stroessner; no obstante, las prácticas represivas se mantuvieron hasta los últimos tiempos de la dictadura, antes del golpe de febrero de 1989 que puso fin a 35 años de gobierno autoritario.
Vidalia Giménez compartió con ABC Color su testimonio de lo ocurrido en aquella histórica tarde luqueña de 1988, relatando primeramente que se presentaron a competir en un concurso que buscaba el himno de la juventud que sería cantado ante el Sumo Pontífice. La composición titulada 'Canción de fe y libertad' fue seleccionada a nivel local, luego resultó triunfante a nivel departamental y esto le valió la clasificación a una ronda nacional, paso previo a la selección de los himnos.
Al ser seleccionada como una de las canciones finalistas, los hermanos Giménez fueron invitados a la capital para grabar la pieza y fue entonces cuando comenzaron los problemas. Vidalia comentó que un canal no pasó la canción alegando problemas técnicos, en tanto que al momento de ir a un estudio de grabación tuvieron que aguardar ocho horas antes de que pudieran ser escuchados.
“Nos dejaron grabar y el tema quedó hacia el final del disco, un disco que nunca nos entregaron, y tampoco se difundió la canción que fue ganadora; tenía que ser el himno que los jóvenes tenían que cantar el día del encuentro con Juan Pablo Segundo”, detalló. A pesar de que no le comunicaron los motivos de esta determinación, la razón era sencilla: en la última estrofa de la música se hacía mención de la ‘libertad’ y la ‘opresión’, palabras poco agradables para el aparato que ostentaba el poder en aquel entonces y que de a poco estaba llegando a su fin.
Finalmente, llegó el día de la presentación de los ganadores el 16 de mayo de 1988 ante miles de personas que llegaron desde diversos puntos del país hasta el predio de la Fuerza Aérea en Ñu Guasu a la espera del Santo Padre. “Llegamos temprano, a las 14:00, y los policías nos alzaron a la fuerza para cantar, a pesar de que aún no estaba Juan Pablo Segundo. 'Ahora van cantar y después se van a sus casas, no van a cantar al Papa'”, fueron las expresiones de la rigurosa seguridad a cargo de la policía.
Los jóvenes subieron al escenario y provocaron una reacción unánime del público presente que comenzó a corear 'libertad, libertad' tras el final de la canción. “Seguramente estas palabras enfurecieron a los policías y nos bajaron del escenario a la fuerza. 'Ahora ya se pueden ir'; pero nos quedamos sorprendidos por la situación. Nosotros ganamos y así nos trataron”, expresó la mujer.
Tras este incidente, los hermanos permanecieron al lado del escenario, convencidos de que debían hacer prevalecer su derecho como ganadores del primer premio del festival; sin embargo, otra desagradable sorpresa les aguardaba: ya conscientes de la reacción del público, los policías llevaron a los hermanos Giménez a una remota habitación de pequeñas dimensiones. "Nos encerraron ahí y pusieron el micrófono por arriba, y cuando llegó el momento de cantar, nos hicieron cantar, se escuchó nuestra música, pero nadie sabía si era una grabación o que era lo que en realidad pasaba”, recordó.
Vidalia espera que a través de sus palabras se pueda llegar a una restitución simbólica de su aporte a la historia de las visitas papales en el país, más aún atendiendo a la próxima venida del papa Francisco en julio próximo.