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La letra del Himno Nacional paraguayo fue escrita, irónicamente, por un uruguayo. El poeta Francisco Acuña de Figueroa entregó el escrito el 20 de mayo de 1846 –hace 167 años– a los comisionados del gobierno de Carlos Antonio López en Montevideo, Bernardo Jovellanos y Anastasio González. Los libros cuentan que Acuña de Figueroa -quien también escribió el Himno de su país- no quiso recibir pago alguno por escribirnos la letra de uno de los símbolos patrios más importantes de nuestro país.
Paraguay había declarado oficialmente su independencia tres años y medio antes, el 25 de noviembre de 1842, a través del Acta de la Independencia. De los países limítrofes, Argentina todavía no reconocía a Paraguay como una República.
Sobre la música del himno no existen datos concretos. Algunos historiadores señalan que fue el francés Francisco de Dupuis quien la compuso, mientras otros dicen que la tarea correspondió al uruguayo Francisco Debalí.
En 1933, el presidente Eusebio Ayala había ordenado reconstruir la composición, que estuvo a cargo del paraguayo Remberto Giménez. Fue la única ‘alteración’ que sufrió la música durante toda su historia.
El primer himno patriótico data de la época del dictador Rodríguez de Francia. Se llamó Tetã Purahéi, estaba escrito en guaraní y su autor fue el poeta y guitarrista caraguatayense Anastasio Rolón, dice el historiador Luis Verón en un material periodístico.
El Tetã Purahéi de Rolón tenía ocho estrofas y un 'purahéi joa' o coro. El texto del poema fue obsequiado por el autor a don Carlos Antonio López, cuando conoció a éste en su estancia de Olivares.
A los pueblos de América infausto,
tres centurias un cetro oprimió,
mas, un día, soberbia surgiendo,
¡basta!... dijo, y el cetro rompió.
Nuestros padres, lidiando grandiosos,
ilustraron su gloria marcial;
y trozada la augusta diadema,
enalzaron el gorro triunfal.
Paraguayos, ¡República o muerte!
nuestro brío nos dio libertad;
ni opresores, ni siervos alientan,
Donde reinan unión e igualdad.
Nueva Roma, la Patria ostentara
dos caudillos de nombre y valer,
que rivales, cual Rómulo y Remo,
dividieron gobierno y poder.
Largos años, cual Febo entre nubes
viose oculta la perla del Sud,
hoy un héroe grandioso aparece
realzando su gloria y virtud...
Con aplauso la Europa y el Mundo
la saludan, y aclaman también
de heroísmo valuarte invencible
de riquezas magnífico Edén.
Cuando entorno rugió la Discordia
que otros Pueblos fatal devoró,
paraguayos, el suelo sagrado
con sus alas un ángel cubrió.
¡Oh!, cuán pura, de lauro ceñida,
dulce Patria te ostentas así
en tu enseña se ven los colores
del zafiro, diamante y rubí.
En tu escudo que el sol ilumina,
bajo el gorro se mira el león.
doble imagen de fuertes y libres,
y de glorias, recuerdo y blasón.
De la tumba del vil feudalismo
se alza libre la Patria deidad;
opresores, ¡doblad la rodilla!
compatriotas ¡el Himno entonad!
Suene el grito, ¡República o Muerte!
Nuestros pechos lo exhalen con fe,
y sus ecos repitan los montes
cual gigantes poniéndose en pie.
Libertad y Justicia defiende
nuestra Patria; Tiranos, ¡oíd!
De sus fueros la carta sagrada
su heroísmo sustenta en la lid.
contra el mundo, si el mundo se opone,
si intentare su prenda insultar,
batallando vengarla sabremos
o abrazados con ella expirar.
Alza, oh Pueblo, tu espada esplendente
que fulmina destellos de Dios,
no hay más medio que libre o esclavo
y un abismo divide a los dos.
En las auras el Himno resuene,
repitiendo con eco triunfal:
¡A los Libres perínclita gloria!
¡A la Patria laurel inmortal!
Letra: Francisco Acuña de Figueroa
Música: Francisco S. de Dupuis - Remberto Giménez