El colchón del peregrino

A medida que se aproxima la noche aumenta la oferta del tradicional pirí en los alrededores de la Basílica de Caacupé. Lo curioso es que los precios son “según la cara del cliente”.

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El pirí es propio de los humedales del Lago Ypacaraí, por eso crece en abundancia en la zona de Areguá. Desde la compañía San Roque, llegó Marcelo Ortiz (30), quien desde hace unos 15 años se dedica al rubro, al igual que su tocayo Caballero (43).

Comentó que la venta aún estaba siendo insuficiente en esta celebración y por lo general la demanda se da entre el 6 y termina el 7 de diciembre, los únicos días de mayor requerimiento de esta “colchoneta vegetal”. Aseguró que “hoy es el último día para vender” y por ello se dispone a aprovechar la ocasión, más aún considerando que no llueve -como el año pasado- y el negocio es más prometedor.

El pirí de este año está muy bien tupido. “Es fresco y las ramas están muy bien acolchonadas porque se desarrollaron bien. Hasta parece algodón”, asegura tomando con los dedos una de las ramas y presionándola para mostrar la textura.

Los fardos se bajan en las cercanías del Santuario donde la gente ya ha tomado lugares para pasar la noche y asistir mañana a la misa central de las 06:00.

¿A cuánto se venden? A 15.000 o 20.000 guaraníes, pero “depende mucho de la cara del cliente”, asegura bien sincero Marcelo.

Es que la venta de pirí es un rubro estacional de la fiesta mariana y el resto del año solo se coloca en las ferias de artesanía o en el Mercado 4 donde son requeridos para cortinas, sombra y otros menesteres, aunque no muy masificados.

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