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Ha pasado ya casi un año desde que una avioneta que pertenecía al diputado suplente Carlos Rubén Sánchez Garcete, alias Chicharõ, matara a tres personas luego de aterrizar sobre una moto en un camino vecinal. Las víctimas fueron dos jóvenes y el hijo de una de ellas, de apenas 3 años. En todo este tiempo, la Fiscalía no ha realizado siquiera un solo procedimiento en el marco de la denuncia presentada por la familia de los fallecidos contra el político colorado.
Doña Ignacia Ayala, madre de las jóvenes y abuela del niño fallecidos, señaló este lunes a ABC Color que hasta el momento no ha conseguido una sola respuesta por parte de los representantes del Ministerio Público. “Nada hicieron hasta ahora. Está preso ahora y no puede ser que por lo menos no se le indique este caso. Cada vez que me voy a la Fiscalía no hay nada”, se lamenta doña Ignacia en conversación telefónica con este diario.
Relata que le habían prometido que la denuncia no tardaría mucho en avanzar. Sin embargo, le pidieron que su cuñado, el mismo al que aquella noche del suceso amenazaron los supuestos capangas de Sánchez Garcete, fuera a declarar y el mismo se niega a hacerlo por temor a lo que podría llegar a ocurrirle. “Yo ya les conté todo. Mi yerno no se quiere acercar por las amenazas”, asevera. El caso cayó en manos del fiscal Álvaro Rojas de Capitán Bado.
El 2 de diciembre pasado, una investigación realizada por periodistas de ABC Color revelaba uno de los últimos casos en que estuvo implicado Carlos Rubén Sánchez Garcete, alias Chicharõ. El material fue publicado en las páginas 2 y 3 de la edición impresa.
Eran las 18:00 del martes 22 de julio. En un camino vecinal de Colonia Cadete Boquerón, a unos 60 km de Capitán Bado, circulaban dos motocicletas: en una iban las hermanas Celia e Isabel, junto con Robinson, de 2 años, hijo de Celia. En la otra moto viajaba el esposo de una de ellas. Hacía frío y circulaban apurados antes de que oscureciera más, cuando una avioneta blanca con rayas verdes y matrícula ZP-BAJ -que aterrizaba de emergencia- se llevó por delante la moto de las chicas y al niñito. Los mató en el acto a los tres.
De manera inmediata, aparecieron en el lugar unos capangas de nombres Aristeo Escobar, Jorge Denis y Mané Rojas (todos paraguayos, conocidos en la zona como secretarios de Chicharõ) y un brasileño que no pudieron identificar. Aparecieron con dos camionetas S10 y, lejos de ocuparse de los muertos, apuradamente vaciaron la avioneta. Sacaron varias bolsas mientras amenazaban al único sobreviviente con que, si faltaba una de ellas o él hablaba, lo iban a matar también. Las únicas fotos que tomó el atribulado hombre le fueron borradas y le confiscaron su celular mientras auxiliaban al piloto y lo llevaban hasta una casa cercana. Cuando apareció el fiscal Leonardo Cáceres, ya solo quedaban los cadáveres... y a la avioneta parecía haberla pilotado un fantasma.
Doña Ignacia Ayala, mamá de Celia e Isabel, fue contactada después por Aristeo Escobar, uno de los capangas. El hombre fue a decirle que no presentara denuncia y que Carlos Rubén Sánchez, alias Chicharõ, diputado suplente de la República del Paraguay, quería hablar con ella para darle una indemnización. Pero como Chicharõ estaba preso en Tacumbú, doña Ignacia debía venir a Asunción para tal efecto.
El sábado 16 de agosto, el nombre de doña Ignacia quedó registrado como "número 5" entre las visitantes que ingresaron a Tacumbú. Los guardias consignaron su nombre, su número de cédula y el nombre y apellido del interno al que iba a visitar: Rubén Sánchez. “Rubén nos mandó llamar”, recuerda doña Ignacia. Y allí él le pidió que no presente la denuncia, a lo cual la madre dijo que la presentaría contra los tres que se habían presentado a vaciar la avioneta.