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El caso llegó a los estrados judiciales, donde un juez impuso el exiguo castigo de dos años de cárcel, para asombro de la mamá.
“En ese momento, por ser una humilde trabajadora, me tocó un abogado sin escrúpulo. Yo sólo quería la cárcel para ese señor, porque era lo mínimo que se merecía, porque el abuso de una mujer, de su propia hija, es la bajeza más grande que un ser humano puede cometer”, indicó entre sollozos.
Refirió que una abogada de nombre Carmen Escurra llegó a un acuerdo extrajudicial con el violador, para que reconozca el hecho. El padre justificó su accionar, diciendo que la niña era su hija de soltero. En el 2005 fue condenado a la exigua pena.
La madre dijo que no recuerda el nombre del magistrado que impuso el castigo, pero mencionó que el fiscal de la causa era Humberto Otazú, actualmente juez penal.
Refirió que cuando tomó conciencia de todo lo que le pasó, los abogados Alejandro Riera y Carolina López Moreira la ayudaron. En el 2007 demandó al violador, pidiendo un millonario resarcimiento por daños y perjuicios.
Dijo que su intención es que por lo menos la sociedad sepa que el papá de su hija fue un violador, ya que no consiguió una pena ejemplar.
Finalmente, dijo que su hija no está al tanto del desenlace judicial que hubo en el caso. La afectada hoy día es una joven, superó el trance y está a punto de casarse, culminó diciendo la mamá.