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Doña Ana Ángela Giménez tiene 66 años y en unos meses más cumplirá 67. Mujer acostumbrada al trabajo arduo, nunca permitió que el paso del tiempo le hiciera sentir menos útil y a pesar de los achaques propios de la edad, sigue valiéndose por sí sola hasta donde puede.
Cuando habla, debe parar cada cierto tiempo para respirar profundo, debido a un problema de la garganta que la hace agitarse demasiado. Aún así, doña Ana consigue ser clara y contundente a la hora de expresar sus ideas.
Fue funcionaria durante 15 años en el Ministerio de Justicia, donde trabajaba como limpiadora. Antes, trabajó en varias empresas privadas para poder llevar el pan de cada día a su humilde hogar y que su familia saliera adelante.
Con unos 20 años de aporte jubilatorio y con la edad cumplida, hace un año inició los trámites para poder retirarse y gozar de los beneficios para los cuales aportó. Sin embargo, a lo largo de todo este tiempo ha tenido con lidiar con la excesiva burocracia de un paquidérmico sistema público en el Ministerio de Hacienda.
Los documentos para su jubilación fueron presentados ya en mayo de 2015, empero los trámites comenzaron a correr recién en marzo de este año. Buscando respuestas, ha acudido en numerosas ocasiones hasta las diferentes dependencias del Ministerio de Hacienda a las que le dijeron que debía ir, todo a pesar de la edad y del largo viaje que debe realizar desde Areguá para poder cumplir con ello.
La última vez que consultó sobre la situación de sus documentos fue días atrás, cuando le dijeron que sus documentos habían ingresado por tercera vez a Cotización. De acuerdo a lo que le afirmaron algunos funcionarios, no debería tardar demasiado tiempo para que de una buena vez por todas pudiera comenzar a cobrar, pero las interminables vueltas continúan.
Como ya está terminando noviembre, doña Ana no podrá aún cobrar sus haberes en diciembre; mientras tanto, las enfermedades que la aquejan no esperan y debe buscar la forma de conseguir todos los medicamentos que debe consumir. Es que cuando aún estaba trabajando en el Ministerio de Justicia, le informaron que había surgido una resolución por la cual se establecía que los funcionarios públicos ya no contarían con cobertura médica del Instituto de Previsión Social (IPS).
“No tengo IPS ni seguro privado. Voy a los hospitales públicos y ahí la mayoría de las veces no hay los medicamentos que necesito”, cuenta durante una visita a la redacción de ABC Color, lugar al que acudió porque ya no sabía a quien pedir ayuda. En algún momento de la conversación, mientras cuenta que estuvo a punto de perder la vida en dos ocasiones como consecuencia de la alergia a un medicamento que le habían recetado, la voz se le corta, pero ya no por los problemas de la garganta sino por la emoción y el dolor que la embargan.
Precisamente, doña Ana debe someterse a una serie de nuevos y costosos análisis médicos que no podrá pagar si no comienza a recibir su remuneración. Algunos funcionarios le dijeron que si no cuenta con un padrino camarista, sus papeles tardarán un buen tiempo aún antes de moverse. “Yo no tengo padrinos ni conocidos”, se lamenta.
Uno de los problemas por los cuales sus documentos aún no terminan de estar es que la señora María Irene Barreto, directora general de una de las dependencias encargadas de los trámites jubilatorios, se encuentra de vacaciones y no se firma papel alguno. Durante su última visita a Hacienda le dijeron que debía presentar un reclamo y volver en 15 días para ver qué había ocurrido. Si no recibe respuestas, deberá presentar otro reclamo y otro, hasta que alguien se digne a completar lo que le falta a un trámite para el cual no existe pero alguno, pero que sigue trabado por falta de padrinazgos políticos.
“Voy a tener que venir otra vez desde Areguá”, afirma. Mientras tanto, muestra la lista de medicamentos que debe consumir y todos los análisis que se debe realizar.
Como si lidiar con la burocracia no fuera suficiente para esta mujer de 66 años, además ha tenido que aguantar los malos tratos de algunos funcionarios. Durante su última visita, tuvo que soportar escuchar que una funcionaria le dijera a uno de sus compañeros, delante de ella: “Atendele un poco a la señora porque es muy hincha”.
“No estaba queriendo ser molestosa, sino que por mi ignorancia preguntaba mucho las cosas para poder entender y saber adónde ir para tratar de mover los documentos”, sentencia.