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En zona de la Central Hidroeléctrica de la Entidad Binacinal Yacyretá (EBY) se produjeron importantes precipitaciones, con caudales que ya alcanza los 30.000 metros cúbicos por segundo. Estos registros diarios en el mes de noviembre no se producen desde hace 114 años. "Este caudal diario es el más alto registrado de todos los meses de noviembre desde el año 1901", explica un comunicado de la institución.
La cantidad de agua ingresada al embalse no sólo motivó la apertura de compuertas del Brazo Aña Cuá del río Paraná, sino también del Brazo principal, debido a que los caudales exceden dichas maniobras, como es el caso de este período con un caudal de más del doble del promedio anual.
Según reportes del corresponsal de la zona Miguel Rodríguez, en los últimos días se registró nuevamente un caso de mortandad de peces en el vertedero de la hidroeléctrica Yacyretá en pleno periodo de veda pesquera.
Según la EBY, este fenómeno de alto caudal, que coincide con el período migratorio normal de gran cantidad de peces para el desove, ocasiona una mayor aglomeración de los mismos en cercanías de la estructura de la represa. "La evacuación de los caudales excedentes, incorpora aire en su descarga, que se produce en forma natural debido a la elevada turbulencia a la salida de los mismos, produciendo un aumento en la concentración concentración de gases", señala.
Agrega que el sector Medio Ambiente de la EBY realizó estudios tanto en medio natural como bioensayos de laboratorio que determinaron que algunos niveles de gases pueden ocasionar lesiones en la fauna íctica.
Los peces de cuero con hábitos de fondo (armado, bagre, surubí, manguruyú), debido al evento de crecida, están con inconvenientes para encontrar profundidades de compensación de gases, pero lo van haciendo aguas abajo. En este sentido, "en principio se descarta que la mortandad que se puede observar en algunos lugares se deberían a las condiciones turbulentas de la columna de agua, por efecto de los altos caudales en el presente período de crecida".
Finalmente aseguran, que en la medida que los caudales afluentes se reduzcan, los efectos sobre la fauna íctica irían disminuyendo paulatinamente.