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Al costado de la avenida República Argentina, en el sentido que va hacia Mariscal López, varias mujeres con uniformes de confitería se pararon para aguardar el paso del papa Francisco por el lugar. Una de ellas tenía en una de sus manos una canasta -con bocaditos salados o dulces- que alzaba como tratando de mostráselo al Pontífice para que lo tome.
Se escucha que una de las mujeres que están allí le recomendó entregar su canasta a los guardias del Papa, mientras se percibía que se acercaba la comitiva y los policías motorizados iban abriendo paso entre la gente. "¡Ahí ya viene!", gritó alguien y apenas logró divisar el papamóvil la mujer corrió al asfalto y se paró en medio de la calle.
El móvil que trasladaba al Vicario de Cristo y varios de sus guardias suizos se esquivó a la derecha y prácticamente detuvo la marcha, quedando al lado de la compatriota, que agachó la cabeza y levantó la canasta con ambas manos, mientras a su espalda el Papa giró a mirarla y uno de los guardias tomó los productos para seguir la marcha raudamente. Los gritos de algarabía de las compañeras inundaron el ambiente y al regresar se abrazaron, saltaron y celebraron haber podido dar el regalo al Santo Padre.
El papa Francisco se encuentra en Paraguay desde el pasado viernes y ha desarrollado una cargada agenda que incluyó momentos muy emotivos, como cuando tomó un sorbo de mate ayer frente a la nunciatura, o cuando visitó a los niños enfermos del Hospital Pediátrico Acosta Ñu.