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Comenzó contándonos que desde chico lo llaman “Patiqui”, sin saber exactamente por qué. Dijo que es servidor en la parroquia Virgen del Rosario, del barrio que lleva el mismo nombre en Formosa.
Salió de su casa a las 6:00 del pasado viernes 10, encomendado a la Virgen de Luján, patrona de Argentina. “Salgo de Formosa. Estaba lloviendo y luego del control habré estado en el colectivo a las 8:00. Lo sorprendente es que me acerqué a un altar donde estaban la Virgen de Caacupé y San Miguel. Luego de eso, pasó menos de 10 minutos hasta que un vehículo paró y me acercó”, comenzó relatando.
Comentó que era un conocido, quien lo invitó a comer a su casa y luego le llevó hasta la frontera con Paraguay. “Ahí crucé, hice los trámites migratorios, caminé un kilómetro y me di cuenta de que olvidé mi termo. Entonces regresé y lo encontré frente al altar de la Virgen”, indicó entre risas, como narrando un milagro. Luego, siguió “a dedo” hasta el aeropuerto para tratar de ver la llegada del Papa.
Al salir, preguntó a una señora si era conveniente hacer dedo para llegar hasta Caacupe, donde el Sumo Pontífice debía oficiar una misa. La misma le dijo que no. De todos modos, él se disponía a seguir con el mismo método de viaje, hasta que el hijo de la mujer se acercó con un billete de G. 10.000 en la mano y se lo ofreció. “Le dije que no y le agradecí, pero la señora me dijo que agarre porque eso se multiplica. Es impresionante lo buena que es la gente aquí. Se pasan de amable”, acotó.
Gracias a eso, llegó a Caacupé y para volver a Asunción encontró a otras personas, oriundas de Ciudad del Este, quienes llegaron a la capital para vender productos, aprovechando la gran cantidad de compradores potenciales. Esta misma gente se ofreció a traerlo para la misa en Ñu Guasu. “Esto es la Divina Providencia. Yo vine sin un mango y participé en todas las actividades del Papa. Pienso ir esta tarde a la Costanera”, comentó. En ese lugar, el Papa mantendrá esta tarde un encuentro con jóvenes.