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En un recorrido de solamente cinco kilómetros, hallaron dos trampas que son utilizadas como carnadas. Buscan atrapar a los animales atrayéndolos con corazones de vaca u otras menudencias, enganchadas a anzuelos gigantes de metal, describió el representante de Taguató, Aldo Méndez.
Esta horrorosa práctica es común en la zona, debido que en las casi 16.000 hectáreas del área protegida solamente hay dos guardaparques, lamentó Méndez.
A esto se suma el hecho de que los trabajadores no cuentan con las herramientas necesarias para recorrer y resguardar el parque, agregó.
Comentó que los cazadores furtivos venden luego la carne de los yacarés para el consumo humano, generalmente. También los carpinchos son víctimas de este tipo de prácticas en la zona, resaltó.
Hallaron las trampas en la zona del río Salado ubicada en la ciudad de San Bernardino, cerca del lago Ypacaraí. El caso será derivado luego a la Secretaría del Ambiente (Seam), aseguró.