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Luego de un arduo año de trabajo, Arturo Benítez finalmente pudo realizar un anhelado viaje de vacaciones a la ciudad de Buenos Aires, Argentina, para pasear y visitar a sus familiares.
Compró su pasaje de ida y vuelta en la empresa Nuestra Señora de la Asunción, y su bus partió de la capital Paraguay el viernes 18 de marzo a las 18:00 con destino a la Terminal de Retiro, en Buenos Aires.
El viaje comenzó bien y el bus salió de forma puntual. Una hora después llegaron a la frontera. Este punto del viaje fue el primer momento en que comenzó a llamar la atención de los pasajeros la tardanza del protocolo en Aduanas.
Arturo logró escuchar que el conductor del bus asumió al agente de Aduanas que llevaba “una mochila” con un contenido misterioso. Tras un acuerdo, el efectivo los dejó pasar. Las sospechas del ciudadano, así como de otros pasajeros se acrecentaron.
El viaje continuó y pasaron por varios controles donde no tuvieron mayores inconvenientes.
Hasta que llegaron a Zárate, un puesto de control ubicado a tres horas y media de la Terminal de Retiro, donde, en teoría, debían pasar por una última verificación. Pero aquí comenzó el suplicio.
Llegaron a las 09:00 de la mañana, y a las 10:00 aún no culminaban los controles, por lo que los pasajeros comenzaron a impacientarse.
Pero, lejos de agilizar el proceso de control, todo se complicó aún más. Los gendarmes pidieron que el bus parara el motor, bajaron del transporte a ambos choferes, y, ante la sorprendida mirada de los pasajeros, extrajeron una gran cantidad de mochilas y bolsas, con artefactos electrónicos como celulares y tabletas. Estos artículos estaban ocultos en una especie de “fondo falso”, tras del cual se encontraban unos huecos que se desatornillaban en la cabina del chofer. La actitud de los choferes y gendarme más los intentos de ocultar los artículos indican que se tratarían de productos de contrabando.
Como si los pasajeros no tuvieran ya suficientes molestias con lo que estaba ocurriendo, los gendarmes comenzaron a examinarlos uno por uno, removiendo y desordenando sus pertenencias.
Fue en ese momento cuando, ante las insistentes preguntas de los pasajeros sobre qué estaba ocurriendo, uno de los gendarmes explicó que el chofer se “había comportado mal”, y habían hallado contrabando por un valor de $ 400.000, por lo que pedía a los viajeros que colaboraran en el proceso de control.
Los pasajeros quedaron indignados cuando se les informó que el bus se encontraba incautado y no podrían moverse del sitio por horas.
Horas sin comer, celulares sin batería que no les permitían comunicarse con sus familiares que los aguardaban preocupados en Retiro e impotencia, fueron las situaciones que tuvieron que vivir los más de 50 pasajeros durante ese viaje de placer que terminó convirtiéndose en una odisea.
Arturo Benítez, el denunciante, pudo tomar algunas imágenes de los productos incautados, así como otras fotografías que reflejan el mal momento que pasaron los viajeros.
Los choferes insistían en que volvieran al ómnibus, pues “iban a solucionar” el inconveniente.
Los gendarmes informaban que se debía aguardar “un acta”, y que se estaba tramitando la llegada de un nuevo bus desde Asunción.
“Teníamos que esperar 18 horas más para que nos llegue el bus de auxilio. Era inconcebible, quedamos petrificados. Unas personas con problemas de diabetes ya se desmayaron y tuvieron que ser trasladados en ambulancias”.
Ante la situación, informaron que traerían un bus desde Barracas, que queda a cuatro horas de Zárate. Para ese entonces ya eran las 15:00.
Arturo Benítez pudo ponerse en contacto con sus familiares, que habían hecho las averiguaciones en la oficina de NSA de Retiro. La versión de la empresa era que el bus estaba retenido porque “uno de los pasajeros había llevado contrabando”.
Cuando la situación ya no era posible de tolerar, cada pasajero tomó su valija y comenzaron a caminar en busca de ayuda. “Caminamos como 6 kilómetros para llegar a una caseta de remises, donde se trasladaron de a dos personas y pagaron $ 600 por persona para llevarlos hasta una terminal, donde tomarían nuevamente un interno que los llevaría hasta la Estación de Once.
Así, los pasajeros tuvieron que arreglárselas para llegar a destino, pasando un muy mal rato en un viaje de Semana Santa.
Pese a las sucesivas denuncias que intentaron hacer a la empresa NSA, pasajeros refieren que no obtuvieron respuestas concretas, más bien burocráticos rodeos.
Nos pusimos en contacto con Nuestra Señora de la Asunción. Luego de numerosas llamadas sin respuesta, evasivas en las que nos pedían “tiempo para procesar el reclamo” e incluso malos tratos por parte de telefonistas que nos atendieron, finalmente nos comunicaron con una autoridad.
Rosana Fustagno, funcionaria de NSA, reconoció que el hecho de contrabando ocurrió, pero argumentó que fue un delito cometido por los choferes a espaldas de la empresa.
Fustaño lamentó que los conductores caigan en este tipo de “tentaciones”, perjudicando así la imagen de la compañía.
Por otra parte, Fustagno informó que ambos choferes continúan detenidos en territorio argentino, a disposición de las autoridades del vecino país. Señaló que una vez culmine el proceso judicial, se decidirá la desvinculación de estos funcionarios.
En cuanto al mal rato que pasaron los pasajeros, dijo que no se podrán devolver las horas perdidas. Sin embargo, se aguarda el regreso de los viajeros de la Argentina, para ver la manera de reponer gastos.
Rossana Fustagno aseguró que la empresa no está cerrada a resarcir el perjuicio que ocasionaron a los viajeros.