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Los lápices, cuadernos y las clases de matemáticas tendrán que esperar. Tristemente, aunque la prioridad debería ser el aprendizaje para los niños de la escuela Fe y Alegría del barrio San Cayetano, la realidad les dicta otra verdad. A su corta edad, tuvieron que aprender de la manera más dura que la supervivencia es más importante que los estudios, que no inundarse y salvar los muebles de la escuela de la crecida es más importante que las clases.
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Y ellos mismos, pequeños y vulnerables ante todas las enfermedades que trae la inundación con estas bajas temperaturas, con los pies mojados y sintiendo la humedad hacer mella en su salud, son los encargados de acarrear el mobiliario de la institución para no perder lo poco que poseen.
Dos días bastaron para que vieran el agua llegar hasta sus rodillas. Todo está siendo trasladado a la parroquia San Pedro y San Pablo, del barrio Republicano, uno de los pocos terrenos secos que aún quedan.
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La idea es que la suspensión de las clases dure solo un día y que mañana puedan retomar las actividades usando el espacio de la parroquia. No son los únicos. Varias escuelas que quedaron bajo agua están funcionando en esa parroquia también.
En total, solo contando a los alumnos de la escuela del barrio San Cayetano, suman 700 los estudiantes afectados por la subida del agua.
Como si ya el entorno no fuera difícil de sobrellevar, ni siquiera existía manera de trasladarse en medio del agua para llevar los muebles. Los vecinos, echando mano de la solidaridad espontánea, tuvieron que armar caminos alternativos para que se diera la mudanza. Por el momento, cuentan miembros del plantel docente de la institución, ninguna autoridad municipal ni del Gobierno Nacional ha llegado a dar una mano o al menos consultar qué tipo de asistencia necesitan.
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Los cinturones de pobreza de Asunción, los bañados, no son los únicos territorios que están sufriendo los embates de la inundación. El departamento de Ñeembucú fue uno de los más castigados, con familias que no solo fueron despojadas de sus techos, sino que quedaron sin el sustento más básico, el alimento, con la impotencia de no tener ni siquiera caminos para trasladarse a otros territorios e ir a comprar el pan.
Y mientras las temperaturas descienden conforme se acerca el invierno, lo más penoso es que sus colchones y frazadas se mojaron y hoy darían lo que fuera por un abrigo seco para pasar las heladas noches.
El diario ABC Color y su conglomerado de medios abren sus puertas a la solidaridad ante este difícil momento que afrontan nuestros compatriotas. Hasta el sábado 18 de mayo, usted puede acercar sus donaciones, que serán llevadas por nuestro equipo hasta Ñeembucú, con el fin de paliar de alguna manera la enorme carencia que se sufre en ese lugar.
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Puede ayudar con alimentos no perecederos (yerba, azúcar, arroz, fideo, leche larga vida), frazadas, abrigos, productos de limpieza para rehabilitar las casas, etcétera.