Se trata de Ricardo Gómez y Benjamín De Jesús Narvaja, y los oficiales José Escobar y Catalino Fariña, quienes se encontraban realizando un recorrido por la estancia Santa Amalia del distrito de Nueva Toledo, departamento de Caaguazú.
Amapola Piacentini, representante de los dueños del inmueble, manifestó que en medio del recorrido que realizaban el grupo de indígenas que resguarda la entrada a la reserva privada, los emboscó y la misma logró huir, sin embargo acorralaron a los agentes policiales y a los trabajadores del establecimiento, amenazándolos de muerte con machete en el cuello.
Pero vecinos del asentamiento Mil Palos, que se encontraban en las cercanías ayudaron a los rehenes que finalmente fueron liberados, pero despojados de dos escopetas que utilizaban los agentes.
Dijo que los indígenas le reclamaron el hecho de que no se les permite trabajar en el lugar, pero el trabajo es explotando hornos de carbón vegetal.
Según relató, el ataque se produjo como represalia tras un altercado que se dio en la mañana de hoy cuando un camión de gran porte ingresaba a la reserva con personal dispuesto a talar árboles, incluso llevando motosierras.
En estos momentos, los trabajadores del establecimiento tuvieron que trasladarse hasta la ciudad de Caaguazú con resguardo policial por temor a que lleguen hasta el casco principal de la estancia ya que los líderes les manifestaron que no saldrían con vida del lugar.
“Es una vida de terror lo que estamos viviendo”, ahora tenemos que ir a quedarnos en algún hotel porque aquí quien nos garantiza que amanecemos con vida, indicó.
Antecedentes
Según las denuncias, un grupo de nativos mbya guaraní, liderados por Santiago y Felipe Sosa, son utilizados como “escudo” por los traficantes de rollos que talan, extraen madera y producen carbón en unos 30 hornos construidos dentro de la reserva. Los productos forestales estarían siendo comercializados en la zona de Itakyry, departamento de Alto Paraná.
Hubo varios intentos de incursionar a la reserva forestal, que está dentro de una propiedad de 260 hectáreas en la colonia Margarita. Sin embargo, los aborígenes instalados en la entrada al sitio impidieron el paso de autoridades públicas y dueños del establecimiento.