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En la Catedral Metropolitana de Asunción, monseñor Edmundo Valenzuela presidió la celebración y procedió a realizar el lavado de pies a feligreses, un símbolo de humildad y entrega instituido por el propio Jesucristo en la última cena.
"Jesús nos da un ejemplo, lavar los pies con amor es un servicio", indicó el obispo en su homilía, explicando los mensajes que quiso trasmitir Jesús el jueves santo. Pidió emular en la vida cotidiana esta forma de servicio.
"Se nota en una institución pública o una escuela el docente hace su labor por amor, se entrega, se sacrifica, no busca un interés propio, sino transmitir el cariño, la cercanía, los valores, permitir que los niños crezcan y sean personas buenas", ejemplificó, a la vez de solicitar sobre todo que en la familia, todo lo que se haga, sea con amor.
"Cuando no es con amor, hay tensiones, violencias verbales, gritos porque falta amor", remarcó y dijo que desde la iglesia también existe un servicio a través de la evangelización y la humanización.
Citó por ejemplo el "acompañamiento a los indígenas, a los más pobres, piensen en la pastoral social, son todos servicios con amor, y cuando ese servicio hecho con amor se realiza, dios lo bendice y hace fructificar y florecer".
El jueves santo se recuerda principalmente la última reunión que Jesús mantuvo con sus discípulos antes de su pasión y muerte. Además, los símbolos de repartir el pan y el vino tal como hizo Jesús actualmente son recreados como una evocación a la unión con dios, ya que representan la sangre y el cuerpo del mismo.
Estas mismas tradiciones también se replicaron en otras ciudades del país.