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Descubrió la bicicleta en su primera infancia y, aunque sus padres no estaban en condiciones económicas para comprarle una, tomaba prestado la bicicleta de sus amigos para esa pasión que hoy, a sus 73 años, aún conserva.
Descendiente de alemanes, doña Úrsula Altenhofen vive en la colonia Bella Vista, Itapúa, y acostumbra iniciar sus días entre las 4:30 y las 5:00. “El amanecer siempre lo disfruto con mate. Y ya me voy con mi bici, estoy en mi patio… hago todo sola. Tengo mis chanchitos, mi gallinita… y duermo alrededor de las 20:30”, dice.
La señora Althofun se entusiasma cuando se trata de definir su pasión por el ciclismo. “Me encanta la bicicleta, ¡me encanta! También me gusta la moto, el auto no tanto… y también fui jinete”, comenta.
Doña Úrsula acostumbra recorrer entre 8 y 9 kilómetros en bicicleta todos los días. “Me hace sentir bien. A más lejos el trecho, más le hace bien a mi cuerpo. Hoy estoy ‘cero kilómetros’. A mí no me duele nada… es para no creer. ¡Algunas veces ni yo creo lo que hago!”, expresa, al tiempo de explayarse sobre la buena salud que goza. “No me duele mi cabeza, nada, nada. Tomo agua y ya me voy… Me hago los análisis y me sale demasiado bien, gracias a Dios. Yo siempre digo: mi salud es lo que vale”.
En su alimentación priman las frutas silvestres: manzanas, peras, duraznos, acerolas, uvas, naranjas y melones… y evita en lo posible la carne. “Como muy poca carne, y consumo mucha leche”, aclara.
La señora Ursula Althofun participó recientemente de un recorrido alrededor de las reducciones de Trinidad de Jesús y llegó hasta la Fiesta de la Sandia, lugar donde concluyó el circuito.
Sin planes de abandonar el ciclismo; sin embargo, es consciente de que en algún momento tendrá que hacerlo. “Algún día voy a tener que dejarlo por mi edad; pero cuando siga bien con mi salud, no voy a tener problemas. Por eso le digo a los jóvenes: menos alcohol, menos droga, porque muchos podrían hacer algo y no hacen nada”.