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De ser campos áridos “que nadie quería” en términos de agricultura hace apenas algunas décadas, el Chaco paraguayo actualmente es la tierra “de la que fluye leche y miel”, como comentan entre bromas muchos productores chaqueños. Lo cierto es que tras superar muchas adversidades, especialmente en cuanto a falta de agua y calor extremo, el Chaco premia con creces a quienes se animan a cultivar en su suelo.
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La última novedad es la cosecha de dátil en el Chaco, un milenario fruto de la palmera datilera (Phoenix dactylifera), originaria del Norte de África y Oriente Medio, donde existe la mayor producción. Fue cultivado gracias a plantines traídos especialmente de Israel y que debían dar sus primeros frutos a los cinco años, pero se adelantó por un año para satisfacción de los productores de la zona de Picada 500 del distrito de Mariscal Estigarribia. “Nos sorprendió lo bien que se adaptó la variedad”, dijo Matthias Figuerón, el encargado de dicha producción.
Otro rubro que se afianza es la región occidental es la cebolla, producida mayormente mediante utilización de sistema de riego y que arroja excelentes resultados. El clima seco favorece a que la cebolla cumpla su ciclo productivo (están listas para cosecharse cuando caen las hojas) lo cual favorece el “curado” de la cebolla para que no se pudra al ser trasladada. En este sentido la región del Chaco es una de las mejores zonas para producir cebollas.
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En cuanto al algodón, un rubro ya conocido, pero que pasó por varias etapas en el Chaco, recientemente técnicos del Instituto Paraguayo de Tecnología Agropecuaria (IPTA) aseguraron que el futuro de la fibra textil está en el Chaco por el buen rendimiento obtenido. En una cobertura de 60 hectáreas plantadas alcanzaron los 3.500 a 4.000 kilos por hectárea, resaltaron.
El cultivo de algodón experimentó sus años dorados en la década de los 90, cuando las exportaciones del “oro blanco” ocupaban el primer lugar, seguido por la soja y la carne bovina. Durante ese tiempo, nuestro país alcanzó a enviar hasta 231.677 toneladas por valor de US$ 333 millones con destino a Alemania, Portugal y Argentina. Actualmente algunas iniciativas, entre públicas y privadas, lograron reactivar al segmento y hoy se reencausa hacia un futuro prometedor