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Los últimos cuatro años fueron particularmente duros en todo el Chaco paraguayo.
Una sequía terrible azotó con fuerza a la región. El impacto negativo en el medio ambiente y en el sector productivo fueron terribles.
Sin agua no hay vida. Y de este modo el líquido vital se convirtió en un bien extremadamente vital.
En las últimas semanas, se registraron lluvias generalizadas en todo el Chaco, con un promedio que oscila entre 350 y 400 milímetros.
En el Alto Paraguay, semejante cantidad de agua se convirtió en un problema y hoy día se tienen comunidades aisladas por el agua.
Esta situación confirma la creencia popular de que en el Chaco solo se tienen los extremos de las lluvias y las sequías.
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En el sector del Pilcomayo, las lluvias fueron generosas. Las precipitaciones de 300 milímetros permitieron llenar de agua los tajamares así como los aljibes.
La cosecha de agua se convirtió en un arte y cada milímetro de lluvia es aprovechada al máximo en procura de disponer de una reserva mínima.
Pero cuatro años continuos de sequía son suficientes para agotar cualquier reservorio.
La cosecha de agua se volvió prioridad, pero existe mucha desinformación y poca trasferencia técnica por parte de los técnicos del Ministerio del Ambiente.
Enseñar nuevas tecnologías para juntar y colectar agua debería constituir una prioridad para un país serio. No es nuestro caso.
Las aguas del Pilcomayo
A pesar de la extrema bajante, el área que rodea al Pilcomayo recibió lo que se denomina caudal ecológico.
En los últimos cinco años el río ingresó en nuestro territorio en forma ininterrumpida.
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La Comisión Nacional del Pilcomayo, cuyo titular es el ingeniero Arturo Niedhammer, rompió el mito de que el río está disponible solo en períodos de grandes repuntes, es decir en el verano.
En los últimos cinco años, el río entró a pesar de bajantes extremas. Se trabajó en la limpieza de la embocadura y en los cauces menores.
El resultado tenemos a la vista: el Pilcomayo puede estar disponible todo el año para el medio ambiente y el sector productivo.
En este momento, el Pilcomayo sobrepasó los límites del fortín General Díaz, Presidente Hayes, y se dirige al sur del departamento.
El tema es superar las represas que instalan los mismos propietarios de establecimientos, quienes se suman a otros que no autorizan una limpieza vegetal de los cauces para así retener el agua la mayor cantidad de tiempo posible, en detrimento de vecinos que también necesitan el agua con la misma desesperación.
Aquí debemos volver a mencionar al Ministerio del Ambiente: es su responsabilidad diseñar un plan maestro de uso y gestión de agua.
Se tienen decenas de cauces naturales que pueden ser fácilmente restaurados para ampliar el área de escurrimiento del Pilcomayo.
El Mades sigue satanizando el uso de represas, pero con un diseño técnico adecuado, instalados en función a distribuir el agua, los diques pueden cumplir un rol muy importante para regar la mayor superficie posible del sur del Chaco paraguayo.
A la incompetencia del Mades se suma la desidia del Ministerio Público: los fiscales ambientales hacen poco o nada por dar cumplimiento a normativas que regulan la instalación de represas.
De momento, disfrutar de la zona del Pilcomayo con agua, es un deleite.