Carta Magna cumple 22 años

El 20 de junio de 1992 la Asamblea Nacional Constituyente juramentaba la nueva Constitución Nacional del Paraguay. A 22 años de aquel histórico día, algunos hablan de la necesidad de cambios y otros señalan que no es el tiempo aún.

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Tras el derrocamiento de la dictadura de Alfredo Stroessner, la más larga de Sudamérica, el Paraguay necesitaba un nuevo marco jurídico para el proceso de transición que debía encarar el país.

El General Andrés Rodríguez, quien encabezara el golpe militar de 1989 contra el tirano, fue electo en 1991 para cumplir con los años que quedaban del último período de Stroessner (1988-1993).

Rodríguez se encargó de impulsar el establecimiento de una Asamblea Constituyente para la redacción de una nueva Carta Magna. El 1 de diciembre de 1991 se realizó la elección para seleccionar a los 198 convencionales que formarían parte de la Asamblea.

Tras varios meses de deliberaciones, la nueva Constitución fue sancionada el 20 de junio de 1992.

Las últimas semanas de la Asamblea se habían caracterizado por la controversia entre los convencionales y el presidente Rodríguez luego de la aprobación del artículo que prohibía taxativamente la reelección del primer mandatario.

Se llegó a temer la posibilidad de un golpe de Estado y movilizaciones de tropa. Algo que no ocurrió y finalmente en aquella mañana de junio, 191 de los 198 convencionales marcaron presencia en el teatro del Banco Central del Paraguay (BCP) para un acto en el que la única autoridad del Poder Judicial presente fue el Dr. Jerónimo Irala Burgos, miembro de la Corte Suprema de Justicia.

Gonzalo Quintana, analista político, señala que la Constitución del '92 fue en primer lugar el gesto político más importante de Rodríguez.

“(Rodríguez) presentó determinación y fidelidad de darle una oportunidad al Paraguay de iniciar un proceso democrático”, señaló Quintana en conversación con ABC Color.

Quintana recordó que durante la convención hubo voces que pretendían que el entonces presidente paraguayo abortara ese proceso. “Él se mantuvo fiel en su compromiso”, indicó Quintana.
“Yo lo rescato como un hecho fundamental en la historia política reciente esa decisión del general Rodríguez”, agregó.

El analista señaló que la del '92 representó la redacción de una constitución con la representación más amplia y completa del espectro político y social del Paraguay. “Fue una convención en la que todos los sectores estuvieron representados”, afirmó.

Quintana indicó que la Carta Magna fue redactada con claro sentido de transición. “En ese sentido, a pesar de que hay muchas observaciones que técnicamente son válidas, objeciones y críticas que son válidas es la Constitución que se pensó en términos de la transición”, aseveró.

Puntualizó que la evolución de nuestro sistema constitucional iba a depender de la evolución o involución de la clase política. Para Quintana, hay muchas cuestiones que son de estricta responsabilidad de la clase política que hoy se quieren achacar como fallas constitucionales.

“El problema es que falla el pensamiento político. Los objetivos políticos, la calidad de la política son los que fallan”, dijo el exsenador liberal.

Cuando se le consultó sobre la posición de algunos políticos que señalan la necesidad de modificar la Carta Magna, Quintana indicó que sería “como que tu empresa vaya mal porque no funciona nada y entonces la propuesta es cambiar los estatutos”.

Quintana fue tajante, desde su punto de vista el proceso de decadencia que tiene el Paraguay no va a parar modificando la Constitución.

“No va a cambiar el pensamiento de la dirigencia, no va a cambiar el comportamiento del elector y en consecuencia no va a cambiar la tesitura intermedia que es la burocracia. Yo no creo que la solución de este proceso de decadencia que sufre Paraguay sea cambiar la Constitución”, acotó.

Reconoció que hay cosas que se pueden cambiar y mejorar en el texto constitucional pero no concuerda con que éste sea el momento de realizar esos cambios.

Quintana dice ser del criterio de que la nueva Constitución del Paraguay debe ser la culminación de la transición y el inicio de la democracia plena. “Nosotros seguimos teniendo una democracia mínima electoralista”, explicó.

“Lo que tendríamos es que cada vez que la clase política necesite algo durante la transición se va a cambiar la Constitución. Eso es un disparate”, afirmó.

“Juan Bautista Alberdi advertía de que cada reforma constitucional significaba una crisis potencial muy grande y muy fuerte, significaba que el Estado y su régimen institucional estaban en crisis. Acá lo que está en crisis es la forma de pensar la política”, apostilló.

Quintana consideró que lo que está ausente en lo político es la política y que si uno revisa cotidianamente el debate de las autoridades y líderes, se va a dar cuenta que que lo único que está presente son los arreglos de carácter electoralistas para conservar privilegios.

“La ciudadanía está ausente, la sociedad está ausente. Reformar la Constitución tiene que ser el elemento último necesario para un proceso, no una herramienta para manosearla”, sentenció.

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