Caacupé, la capital que no duerme

La capital espiritual de la República no duerme. Y no solo porque los fieles se mantengan en vela en espera de la festividad de la Inmaculada Concepción. El lado profano hace que la gente busque un sitio para comer y jugar.

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A estas horas, los vehículos y caminantes abarrotan las calles de Caacupé. A unas cuadras de la Basílica se encuentra la calle Boquerón, que entre Presbítero Ayala Solís y Dr. Venancio Pino se ha convertido en un gran patio de comidas o food park de lo más moderno.

Allí conviven las parrillas tipo tambor donde se cocinan los asaditos, los braseros con cacerolas hirvientes y los trucks o kombis convertidos en restaurantes rodantes.

Varios vehículos equipados con todo lo necesario para cocinar y expender bebidas acampan frente a los bares y restaurantes de la zona del Teatro Municipal y el viejo Mercado.

Se pueden ver carteles que indican “Lomi Kombi”, “Food Truck de La Comilona”, “Beto's Burguer” y varios otros. Todos ofrecen variedades de chorizos, hamburguesas y lomitos con combos a precios bastante accesibles.

Víctor Rotela, de “Lomi Kombi”, comentó que esta es la primera vez que participan de este patio gastronómico, para lo cual de entrada tuvieron que invertir G. 1.000.000 incluyendo el canon que se paga a la Municipalidad. “Ya estábamos preocupados porque estamos desde el lunes y no había nada. Recién esta noche pareciera que la gente está reaccionando”, comentó.

“Nos animamos a venir este año porque siempre nos decían que aquí había muchísima venta, pero para empezar tropezamos con que no hay mucho apoyo de las autoridades”, dijo otro de los integrantes del patio.

Otro lugar bullicioso es la romería del “Itall Park”, donde chicos y grandes acuden masivamente luego de pagar su promesa.

Aparte de las vetustas máquinas tragamonedas, hay juegos rudimentarios que no quieren pasar de moda. Para el “pescadito” la ficha cuesta G. 5.000 y para las “argollas” G. 2.000 por cada tres intentos de encajar en las cajitas de fósforos o pedazos de madera ubicados sobre billetes que van desde G. 2.000 hasta G. 100.000.

Completan el parque, que pareciera detenido en el tiempo, por el ruidazo de su funcionamiento: la calesita, paseos en autitos, la rueda de Chicago y varios otros juegos que no evolucionaron precisamente con la tecnología.

No obstante, el lugar es bastante pintoresco y atestado de gente, entre chicos y grandes a quienes remontan a las fiestas patronales de antaño.

Y en medio de tanta comida rápida y fritangas, un puesto se destaca porque ofrece frutas, ensaladas de frutas y jugos naturales varios.

Se pueden encontrar sabores exóticos o raros como el jugo de kinoto y de frutas de estación, explica Lilian Barrios, la propietaria del puesto en el que atiende desde hace 14 años.

¿Las ventas? Por el momento están por debajo de lo alcanzado el año pasado.

 

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