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Según datos de la Policía, atendiendo que los hermanos Bruno y Adrián da Costa Amaral, presuntos propietarios de la carga de billetes venezolanos incautados en Salto del Guaira ya habrían vendido un primer cargamento de 50 bolsas a un precio de US$ 180.000, con el remanente que aún quedaba fácilmente se pudo haber tenido una ganancia cerca de 1.200.000 dólares, siempre hablando de vender los billetes en bruto.
“Venderlo en cantidad como el primer cargamento de igual manera les iba a resultar con una ganancia de entre 1.000.000 y 1.200.000 dólares. Eso se utiliza para la reimpresión, ya que también hay un brazo del Primer Comando Capital (PCC) que se especializa en falsificación de reales”, consideró el subcomisario Aquiles Villalba, de Salto del Guairá, que trabajó a fondo en la operación de incautación.
Si bien, indudablemente, un grupo criminal se encargó del traslado hasta el Paraguay, la Policía hasta ahora no tiene indicios de que los Da Costa Amaral hayan contratado o se haya asociado con bandas criminales grandes como el Primer Comando Capital o el Comando Vermelho para fletar la carga; más bien creen que fueron otras organizaciones intermedias especializadas en contrabando.
Hay que considerar que si bien no está claro cómo tal cargamento atravesó todo el Brasil, se cree que cruzó por Colombia hasta llegar al Paraguay. La operación de traslado irregular habría costado más de medio millón de la moneda norteamericana.
“Movilizar 30.000 kilos, cualquiera sea el producto, por la distancia que se recorre, las organizaciones que intervienen, más si van a hacerlo de forma clandestina; en eso habrán invertido como mínimo 500.000 a 600.000 dólares”, remarcó el agente. Los Policía está casi segura de que la carga hizo todo el trayecto por tierra, y algunas partes, por agua. Por cielo, el costo se habría triplicado.
La forma en que el dinero se infiltró por los países de la región es incierta para la Policía local; sin embargo, existen sospechas de cómo pudo haber ingresado al país. Una versión es que la carga entró camuflada como desechos cloacales a través de la empresa de uno de los imputados, el brasileño Luis da Silva, alias Sombra.
“Su empresa es bastante conocida en la zona de frontera y opera en los camiones cisterna”, indicó Villalba, quien agregó que planteó oficialmente la hipótesis de que Da Silva haya hecho pasar la carga dentro de los camiones utilizados para contener los desechos cloacales.
“Tres o cuatro camiones que levantan esos residuos. Yo planteé esa hipótesis; él podría haber sido el nexo. Él hace años que opera en esa zona de frontera (entre Mundo Novo y Salto del Guairá), por lo que es probable que haya sorteado el sistema de paso sin muchos problemas”, afirmó el agente.
En el Departamento de Delitos Económicos de la Policía Nacional estiman que el hecho de que los delincuentes se hayan tomado tantas diligencias e invirtieron tanto en la carga, indica que podrían haber buscado alternativas más rentables que vender los billetes en bruto, como podría ser apostar por la falsificación.
En la carga incautada “hay billetes del 2015, billetes nuevísimos que salieron del Banco Central de Venezuela. Estamos hablando de toneladas de papeles nuevos”, indicó Villalba. Es que el papel moneda es la verdadera 'piedra filosofal' para lograr falsificaciones casi irreconocibles, y más aún si se considera que existe en la región bandas especializadas en lograr replicar casi todos los sistemas de seguridad del billete.
Una vez que esté disponible la materia prima más complicada de conseguir, entran a jugar los profesionales para volverla a estado virgen, y a partir de ello en una copia apócrifa casi perfecta.
“Existen solventes que pueden decolorar para volver a imprimir”, dijo por su parte el comisario Diosnel Alarcón, de Delitos Económicos, aunque advirtió que hay algunos (pocos) elementos que los falsificadores no pueden replicar.
“Ahí está muchas veces el tema que hay que verificar, porque la marca de agua y los hilos de seguridad que van dentro del papel no se puede modificar. A lo mejor podes imprimir o sobreescribir esos hilos de seguridad, pero eso va a marcar una diferencia de lo que es el billete original. Aunque el papel moneda, al ser resistente, ya hace que pase para la gente que no se detiene a analizar” eso detalles, remarcó el uniformado.
Por experiencia, estiman que hay falsificadores profesionales en Perú y Colombia que podrían aventurarse a probar replicar el dólar pese a la cantidad de medidas de seguridad que este presenta. Algunos en Brasil estarían especializados en clonar el real.
Desde la impresión con relieve hasta los hologramas o tintas que cambian de color según la reflexión de la luz se pueden realizar. “Esa es una impresión intaglio, que los falsarios ya tienen ahora. Las impresoras van tipo prensando; por eso se sienten los relieves. Los falsificadores ya invierten también en esos equipos. En Perú y Colombia se tiene, pero aquí aún no se ha detectado, y podría haber en Brasil”, afirmó Villalba.
“Suelen obtener placas, o sea que hacen réplicas de la placas para que coincida en el corte, y la medida de los billetes (...). Inclusive se replican las tintas que cambian de color (hologramas), por ejemplo, esas que cambian de color según la manera en que se mira. Hasta eso se falsifica; pero lo que no iban a poder modificar seguramente es la reacción con la luz ultravioleta y las marcas de agua”, apuntó.
Otro elemento indispensable para una buena falsificación son las tintas, y en el caso de querer hacer dólares, se estima que se tenía que conseguir de los Estados Unidos para lograr el mayor parecido. Es ahí donde entra el Departamento Antidrogas (DEA) de Norteamérica, que colaboró en la investigación.
“Las tintas, por ejemplo, las utilizan ciertas empresas, y por eso justamente las agencias internacionales de los Estados Unidos están atentas, porque creo que la misma empresa que imprime los billetes en dólares también imprime los bolívares. Aparentemente, las tintas son similares”, finalizó diciendo Alarcón.