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Con el saludo tradicional “Paz y bien”, los capuchinos reciben a los automovilistas que se acercan para recibir el agua bendita. El acto no pretende ser un mero ritual sobre la máquina, sino un gesto que lleve a los conductores a tomar conciencia de que estando al mando del vehículo deben manejar en forma responsable, respetando la vida.
El año pasado, siete mil vehículos (autos, ómnibus, motos, bicis y carros) fueron asperjados con el agua, que -según el ritual católico- tiene el don de limpiar las impurezas. Una de estas, en términos litúrgicos, puede ser la irresponsabilidad al volante.
El hermano Valentín Pesente destacó que la bendición es para agradecer a Dios por el vehículo que se tiene, pero al mismo tiempo para asumir el compromiso de conducir con responsabilidad, respetando la vida propia y la del semejante.
“Oramos también por los choferes, para que tengan siempre una buena jornada, que respeten las leyes de tránsito, que usen cinturones y cascos en las motos y, sobre todo, no manejen una vez que se consuman bebidas alcohólicas”, indicó el religioso.
Pesente insistió en cuidar la vida propia y la de los demás. “Tenemos muchos accidentes. Se pierden vidas, por eso hay que ser responsables, porque la vida es un don de Dios que hay que cuidar”, destacó.
Finalmente, invitó a los automovilistas que están en Ciudad de Este a participar de la bendición el próximo sábado. En esa zona, el año pasado, se bendijeron 4.000 vehículos. Allí la bendición será sobre la Avda. Perú, en las inmediaciones del semáforo que lleva a la UNE, de 7:00 a 19:00.