Atención en la precariedad

Las grandes necesidades que afectan al sistema de salud no son cuestiones únicas del interior del país. En Asunción, a escasos minutos de la sede central del Ministerio de Salud Pública, un pequeño puesto atiende a miles en medio de la precariedad.

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Un fuerte olor golpea la cara apenas se ingresa al lugar. El hedor proviene de un grupo de baños móviles instalados casi en la entrada del pequeño tinglado. Bajo el techo de chapa, en la pista del club Oriental, las improvisadas casas se dividen en largas filas; parece un pequeño pueblo bajo alguna especie de cúpula. Es un grupo de familias desplazadas por la inundación que afecta a miles de personas en Asunción y varios puntos del interior.

A un costado, un residente permanece en silencio mientras un hombre vestido con camisa negra y un estetoscopio colgando del cuello le coloca el aparato para medir la presión arterial. Desde hace algunos días siente fuertes dolores de cabeza, por lo que decidió controlarse para chequear que no fuera la hipertensión que le hiciera alguna mala jugada.

“Ya estoy con ustedes enseguida”, afirma el hombre vestido con camisa negra una vez que se percata de la presencia de nuestro equipo. Tras varios minutos más de preguntas, consejos médicos y órdenes de estudio, el doctor Arturo Rabito nos invita a pasar a su puesto de salud.

“Hasta hace un rato esto era una locura”, nos dice mientras nos invita a tomar asiento. Diariamente, el galeno que forma parte de la unidad de Atención Primaria de la Salud (APS) que tiene bajo su responsabilidad el populoso barrio de la Chacarita de Asunción recibe en la pequeña pieza a unos 30 ó 50 pacientes.

La estrategia de las APS es asignar una población determinada a un equipo de trabajo compuesto por un médico, un licenciado en enfermería y tres agentes comunitarios. Los 32 equipos que existen en Asunción están conformados de esa manera; en muchos de los equipos del interior, el médico y el licenciado deben ingeniárselas para realizar su trabajo y el de los agentes comunitarios. En total, en todo el país existen unas 750 unidades de APS, pero se estima que para poder cubrir mínimamente el total de la población se necesita duplicar esa cantidad y llegar al menos a 1.500.

Estas unidades conocen bien los problemas de la gente que se encuentra a su cargo y los que las conforman son los encargados de brindar los cuidados mínimos antes de recurrir a los centros regionales. Rabito cuenta con una población asignada de 3.000 habitantes. “La atención que hacemos no es solo asistencial, sino también de promoción de salud, prevención, censo y, en casos de epidemias de dengue, por ejemplo, además se realiza todo el trabajo de bloqueo”, manifiesta.

Como gran parte de la zona que le correspondía quedó inundada, el profesional de la salud debe también ahora realizar recorridos por los refugios a los que fueron sus pacientes. De hecho, el agua no solo afectó a las casas de la zona, sino al mismo puesto de salud en el que el doctor Rabito solía atender, lo que obligó a que el servicio se trasladara. Gran parte del mismo funciona actualmente en una seccional colorada, pero el médico se negó a trabajar allí. “Creo que no hay que mezclar las cosas”, expresó.

Rabito remitió una nota al ministro de Salud solicitando poder permanecer en el predio del club Oriental, petición que fue aceptada por el titular de la cartera estatal. Según explicó, la mayoría de los casos atendidos son de pacientes que padecen enfermedades crónicas como hipertensión, diabetes, asma, enfisema pulmonar, artritis reumatoidea (reuma) y algunos con secuelas de accidentes cerebrovasculares; en general, los casos pediátricos incluyen parasitosis, vómitos y diarreas. De hecho, manifiesta preocupado el médico, la baja calidad del agua consumida en los refugios ha influido para un incremento en casos de este tipo.

Al tratarse de un establecimiento ubicado en la zona céntrica de Asunción, a algunas decenas de cuadras de la sede central del Ministerio de Salud Pública, uno podría pensar que los problemas o no existen o son casi nulos. Sin embargo, el puesto del doctor Rabito también sufre de los innumerables problemas que afectan al sistema sanitario de nuestro país y que vienen siendo publicados en una serie de notas de ABC Color.

Los problemas van “desde el salario hasta la provisión de materiales”, señala Rabito.

Bajo la actual administración, se realizaron un total de siete manifestaciones en reclamo del atraso en el pago de salarios. La excusa esgrimida en todos los casos era la falta de liberación de los fondos por parte del Ministerio de Hacienda; sin embargo, cada vez que se realizaban las medidas de fuerza, al día siguiente ya se realizaban los pagos. “Nos damos cuenta de que no es una cuestión de Hacienda sino de gestión de recursos”, expresa Rabito.

“Casi todo lo que vos ves acá, yo lo tuve que adquirir”, asevera mientras con un dedo realiza un recorrido por algunos de los materiales básicos con los que cuenta en la pequeña habitación.

A los médicos de las APS se les exige cargar diariamente los datos de los pacientes atendidos a una planilla online que en muchos casos, relata Rabito, se cuelga aunque no es imposible realizar el proceso. Eso sí, la cartera estatal no les provee de los equipos informáticos ni de la señal de internet necesarios para cumplir con las exigencias. “Esta computadora la compré, el módem también lo pago yo. Nos amenazan que por un lado se nos va a sancionar y por otro que se nos va a descontar salario, lo que es totalmente ilegal porque para esta función debería haber un funcionario administrativo”, puntualiza. Esto obliga a que se sacrifiquen horas de atención para realizar la carga de los datos.

Por otro lado, agrega, también están los problemas de persecución contra quienes defienden las estrategias y los derechos de sus compañeros. “Nos persiguen constantemente; yo me voy a una reunión en el ministerio y viene una supervisión acá a revisar todo, a ver qué estoy haciendo”, afirma.

Los insumos tampoco se escapan de la larga lista de problemas. Por citar, los bajalenguas y el aparato de presión fueron adquiridos por el propio médico. En algunos casos, se ven obligados a pagar el servicio de limpieza de los puestos y en el interior incluso a abonar por los servicios de provisión de luz y agua, además del alquiler. “Los equipamientos que alguna vez nos proveyeron son obsoletos. El aparato para revisar oído y garganta, por ejemplo, no funciona en la mayoría de las unidades; las balanzas también están deterioradas”, afirma.

“Es bastante difícil a veces el trabajo porque el mismo ministerio no te da condiciones para poder trabajar con la eficiencia necesaria”, asevera para luego añadir a que a todo también hay que agregarle la falta de coordinación con los hospitales, aunque reconoce y destaca que en este último aspecto se han producido avances importantes, por lo menos en la capital; la historia contiene mucho más dramatismo en casos del interior. “Hay unidades que tienen por ejemplo una comunidad indígena a 50 kilómetros del casco urbano y está una parturienta, no la pueden traer, el médico no tiene auto y no la puede traer, tiene que buscar la manera de agenciar eso y el ministerio no provee recursos para esas situaciones”, puntualiza.

Rabito explica que desde hace ya casi dos años no hay contrataciones de personal nuevo para las APS y que varias unidades actualmente no cuentan con médicos debido a que presentaron renuncia por varios motivos. “Eso debería el ministerio gestionar un concurso y contratarle porque hay un presupuesto anual que se destina para el salario de esas unidades, pero retrasan”, apostilla.

“Son los pacientes los que pierden”, sentencia y luego indica que varias unidades trabajan solo con el licenciado en enfermería, que puede manejar muy bien muchas cosas, pero “pero sin un médico muchas veces hay cosas que no se pueden resolver”.

“Son condiciones bajo las cuales uno tiene que hacer malabarismo para poder trabajar. Mensualmente entregamos 80 informes que hay que remitir con todos los datos y es una sobrecarga de trabajo que impide a los profesionales dedicarse a su función que es asistir a los pacientes. Hay esa sobrecarga porque no hay suficiente personal”, acota. Es por ello, afirma, que se exige el cumplimiento de los compromisos salariales.

En cuanto a medicamentos, al igual que gran parte del país, el pequeño puesto de este médico no se escapa de los problemas con la provisión. Según un relevamiento de datos de ABC Color, 16 de los 17 departamentos de todo el Paraguay se encontraban desabastecidos, al menos hasta el último fin de semana. Rabito muestra algunas cajas de remedios varios ubicadas sobre una cama y afirma: “Esos medicamentos los conseguí todos por gestión propia”. Los que fueron proveídos por el ministerio se encuentran en la seccional y no permiten que los lleve hasta su improvisado consultorio. “Los tienen toditos en la seccional, de ahí quieren que la gente se vaya a retirar. Hay algunos medicamentos pero hay otros que faltan”, señala.

Recuerda que, en lo que va de este año, durante cuatro meses no tuvieron medicamentos y que ello generó manifestaciones por parte del personal de blanco. Desde la cartera estatal les dijeron que se esperaba la realización de una licitación que tuvo lugar hace aproximadamente dos meses, aunque ahora ya se comienzan a registrar problemas de escasez. En otros casos, los medicamentos son entregados de manera indebida; por ejemplo, el Enalapril que debe permanecer herméticamente cerrado fue entregado en sobres de papel. Muchos ya vencieron o están por llegar a su fecha de vencimiento.

“Es totalmente irregular la forma en que se proveen esos medicamentos”, sentencia.

Rabito señaló la necesidad de establecer una política nacional de salud porque lo que actualmente se está haciendo “es apagar incendios”. “Hay una descoordinación en ese sentido”, asevera. Además, dijo estar preocupado pues llegaron informaciones sobre un supuesto recorte al presupuesto que debía ser destinado para la instalación de las unidades faltantes de las APS.

“Si vamos a seguir un año más con unidades que no tienen el total del equipo o las condiciones necesarias para trabajar, se va a seguir trabajando mal. Hay cosas poco claras en cuanto a presupuesto y a su utilización”, finaliza.

Pese a los conocidos peligros que caracterizan la zona en lo que respecta a la seguridad, ni el doctor Rabito ni su equipo sufrieron asalto alguno, pues son conocidos en la zona.

Son tan solo algunos de los problemas por los que atraviesan las unidades de la APS, a escasos minutos del centro capitalino.

Fotos: Silvio Rojas, ABC Color.

juan.lezcano@abc.com.py - @juankilezcano

 

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