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Las manifestaciones más frecuentes que se observan en las personas a raíz de cambios de temperatura son los cuadros respiratorios, estornudos, tos y goteo nasal. Las variaciones climáticas se dan con mayor frecuencia entre los meses de marzo y abril, periodo en que se asienta el frío.
Ante el descenso abrupto de la temperatura, las personas, especialmente las que cuentan con algún antecedente alérgico, son mucho más propensas a sufrir una descompensación en el caso de que no estén protegidas y no lleven un control estricto con su médico de confianza sobre su condición de salud.
Desde la cartera sanitaria señalan que una laringitis puede desencadenar en un cuadro obstructivo por alergia, al igual que una bronquiolitis y el asma. Esta última, clasificada como enfermedad crónica, además tiene un importante índice de mortalidad si no es tratada de forma adecuada y a tiempo.
Por su parte, la rinitis alérgica, otra afección, requiere de vigilancia por parte de un especialista. Dentro del grupo se halla el resfrío común, que trae consigo constipación nasal y secreción permanente. Para estos casos, es importante recordar que la automedicación no debe consentirse bajo ningún sentido, ya que esta práctica puede complicar el cuadro del paciente en lugar de mejorarlo.
Así, el Ministerio aconseja recurrir a los centros de atención si se presenta fiebre superior a 38ºC, dolor de garganta, tos, dolores musculares o articulares, congestión y secreción nasal, malestar general, falta de apetito, dolor de cabeza, fatiga o dificultad respiratoria, para recibir el tratamiento correspondiente. También realizar un control permanente de los cuadros alérgicos y no autotratarse.