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El padre Pedro Kuhlcke, de Schoenstatt, capellán penitenciario de ambos centros, ofreció parte de una propiedad en Tupãrenda para la construcción del local, obra a cargo del Ministerio de Justicia.
La viceministra de Política Criminal, Carla Bacigalupo, comentó que actualmente no cuentan con los recursos necesarios para realizar la obra, pero realizan gestiones para obtener las donaciones necesarias para su materialización.
Explicó que a diferencia del albergue pospenitenciario para adultos inaugurado en enero pasado, cuyo límite de permanencia es de un mes, el de los adolescentes sería por mas tiempo, de manera a cubrir las necesidades específicas de la edad. En este sentido, destacó la importancia del apoyo espiritual para reencaminar a los jóvenes pues, la falta del mismo hace inviable cualquier tratamiento.
“Le tratamos en adicciones, le preparamos en oficios, le damos albergue, pero sin apoyo espiritual, de nada servirá. El apoyo espiritual es clave, es su tabla de salvación”, indicó.
La creación del albergue obedece a una necesidad de fortalecer espiritualmente a los adolescentes que muchas veces siquiera tienen cabida en su familia, debido al deterioro de los lazos familiares.
“Hay muchos problemas a nivel familiar, hay adolescentes que no reciben visitas y cuando salen, no pueden volver a sus casas. Generalmente el deterioro de los lazos familiares se da a causa de las adicciones, cuando el chico cae en adicción, ya no lo pueden controlar, salen de casa y la familia se desentiende. Una vez que se separa de su familia, comete hechos punibles y ahí entra al sistema”, explicó la viceministra.
Bacigalupo comentó que el año pasado se creó la Unidad de Seguimiento Familiar, justamente para tratar de reanudar el vínculo de los adolescentes con sus familias, pero es un trabajo exhaustivo, pues muchas veces hay oposición de los propios familiares. Falencia en prevención de adicciones
En este punto, destacó la falencia del Estado de no contar con una política que atienda en su debida dimensión al problema de adicciones, que sólo va en aumento. Destacó que el único centro de desintoxicación estatal tiene sólo 15 plazas para todo el país y que es fundamental que el Estado implemente un fuerte trabajo de prevención, además de reforzar la capacidad de tratamiento.
“Hay muchísimos casos en que la misma familia quiere que esté preso. Una familia humilde, ¿qué hace con un chico adicto? sólo quiere que salga de ahí y si va a la cárcel, hay que ser sinceros, es mejor para ellos porque se desligan del problema. El Estado tiene que estar más presente en la prevención, no puede ser que intervenga sólo después que ya asaltó o mató a alguien, tiene que asistirle antes y ahí estamos fallando como Estado paraguayo”, acotó.