El templo, dedicado a San Buenaventura y construido entre 1755 y 1772, comenzará a ser fumigado la semana próxima, el primer paso para una posterior restauración que se prevé larga y complicada, si se pretende que la intervención prevalezca en el tiempo, según las autoridades.
“La fumigación comprende la del propio templo y una intervención perimetral en el exterior, una especie de cordón de seguridad en los árboles”, dijo a Efe Ricardo Riego, director de obras del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones.
Y es que el “kupi’i”, como se conoce en guaraní a la termita, ha devorado las entrañas del techo, paredes y pilares de esta construcción rectangular ubicada en la localidad de Yaguarón, a 48 kilómetros de Asunción.
El edificio que hoy peligra, y cuyo arquitecto original permanece en el anonimato, bebe de la austeridad de los franciscanos españoles, que en 1586 establecieron una de sus primeras misiones y un espíritu recoleto presente en el pueblo.
“Se caracteriza por la notable sencillez de su exterior, en contraste con la riqueza y exuberancia del interior, algo característico de las espiritualidad franciscana que prevalecía en la zona”, dijo a Efe la arquitecta paraguaya Sandra Basabe.
Entre los tesoros de su interior, con los que tampoco han tenido clemencia los xilófagos, sobresale un magnífico retablo, 14 metros de altar mayor obra del artista portugués José de Sousa Cavadas.
“Es un conjunto de columnas salomónicas e imágenes en maderas policromadas que representan la idea de que el hombre llegue a cielo eterno. Sin embargo, la base del retablo ya está carcomida por las termitas”, dijo Basabe.
De Sousa es también el autor de los confesionarios gemelos, del púlpito exagonal y de las imágenes de la Virgen, de San Buenaventura o del arcángel San Miguel, también amenazadas por las termitas.
Otra de las partes más devastadas por el insecto es la sacristía, con un retablo también del artista portugués, y utilizada como capilla para bautizos hasta que quedó en desuso, lo que fue toda una invitación para termitas y murciélagos.
“Es un retablo estilo rococó más cargado en cuanto a ornamentación. Fue perdiendo uso y se colaron las termitas y los murciélagos. Luego vino la humedad y las filtraciones de agua y la pérdida de policromía”, explicó Basabe.
Basabe formó parte del equipo que sentó las bases del proyecto de restauración que se pondrán en práctica después de que se acabe con el principal enemigo de la iglesia.
Riego indicó que la restauración de la estructura del templo podría prolongarse hasta 16 meses, tras concederse la oferta de las empresas que entraron a concurso a primeros de noviembre.
Después el turno del retablo y de las imágenes, última etapa de un operativo de rescate en el que también colaboran la Secretaria Nacional del Cultura y otras entidades.
“En total serían tres años, pero sería el salvamento definitivo. Una vez comenzado no podemos dar marcha atrás”, dijo el técnico.
Añadió que el proyecto recomienda hacer un estudio de suelo debido al impacto ambiental ocasionado en el templo por la carretera que pasa por su puerta principal, que une Asunción con la ciudad de Encarnación.
Basabe, por su parte, alertó de que una vez restaurado al completo, se descuide su regular mantenimiento.
“Es el problema de las restauraciones cíclicas, que luego no se hace un plan de conservación”, dijo.
Advirtió también que la iglesia de Yaguarón nunca volverá a ser la misma, si no se la incorporan los dos retablos laterales que le faltan desde 1854.
Ese año fueron trasladados, se dice que en 16 carretas, a la iglesia de Trinidad, en Asunción, por orden del entonces presidente paraguayo, Carlos Antonio López.
“Está amputada y fragmentada, porque sin los altares laterales no se puede leer al completo la catequesis que se representa en el altar”, dijo Basabe.