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David Fariña, director general de Recursos Hídricos de la Secretaría del Ambiente (Seam), se refirió a la discusión en torno a las aguas en San Bernardino, donde el intendente local insiste en que “todos pueden bañarse con tranquilidad en el lago”, pese a las evidencias fotográficas que confirman el aspecto verdoso de las aguas por la presencia de algas.
El técnico reconoció que hubo un aumento de algas, aunque aseguró que las mismas no son del tipo tóxico. “Hay un aumento de otras algas, que no son precisamente las algas tóxicas; hay aumento de otros tipos de cianobacterias”, aseveró, en contacto con Canal 100. Aseguró que basa sus afirmaciones en estudios científicos, cuyos últimos resultados datan de mediados de diciembre. “Estos estudios nos indican que efectivamente San Bernardino está dentro de los parámetros permitidos para el baño y el uso recreativo (…) sin ningún temor”, insistió.
Sobre el aspecto verdoso que alarma a algunos veraneantes, Fariña reafirmó que se trata de algas, pero “no son dañinas para la salud”. “Tenemos un contenido de algas pero en un menor rango en que podría afectar a la salud”, refirió. Aclaró que, aunque las costas del lago en San Bernardino están aptas para el baño, las condiciones no son las mismas en Areguá, donde se habla de “riesgo severo”. “Ahí ya la recomendación es no usar el agua para el baño”, sostuvo.
El lago Ypacaraí constituye una importante fuente de ingresos para la localidad de San Benardino y años atrás ya se vio golpeado por el nivel crítico de algas tóxicas, lo que obligó a clausurar las playas y suspender las actividades recreativas. La crisis por las cianobacterias se desató en setiembre de 2012, cuando se descubrió la presencia en niveles “altamente tóxicas”, debido al vertido de residuos hacia el agua.
En los meses subsiguientes se había iniciado una fuerte campaña de limpieza del lago, pero las algas hasta ahora no desaparecen en su totalidad. El propio intendente Ramón Zubizarreta, de San Bernardino, reconoció ayer que el aspecto verdoso del agua retorna periódicamente aunque “solo por unas horas”, ya que luego el viento se encarga de llevar todas las algas hacia otras costas.