“Acercarse a los oprimidos”

El obispo de San Pedro, Mons. Pedro Jubinville, exhortó a los fieles a que escuchen y sientan el dolor de otros, especialmente de aquellos que sufrieron agresiones y maltratos. Puso como ejemplo a los niños, las mujeres, a los nativos y los presos.

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En la homilía del miércoles, el religioso llamó a construir una iglesia más cercana al sufrimiento de la gente, sabiendo que tanto el perdón como la reconciliación son temas difíciles a tratar, sobre todo cuando una persona vivió algún tipo de agresión ya sea física o sicológica, a tal punto de que haya perdido su fe y su humanidad.

“Escuchemos al otro, pensemos en las personas que han vivido agresiones físicas y sicológicas, en quienes perdieron a sus seres queridos por asaltos, o en las vidas quebradas a causa de los abusos en una comunidad”, pidió el obispo de San Pedro.

Seguidamente, la autoridad eclesiástica recordó la manifestación de mujeres contra todo tipo de violencia, realizada el pasado 25 de noviembre. "Reconozcamos la experiencia que revela la protesta, las violaciones, las agresiones, las muertes. Sintamos el dolor, y como muchos lo han señalado durante sus días, la violencia destruye la sociedad", dijo.

Al mismo tiempo, citó a los pueblos originarios, tanto de nuestro país como del continente, también víctimas de todo tipo de maltratos. “Fueron descartados, asesinados, atropellados en sus valores y en su cultura. Pensemos en que eran tratados como 'no personas'. Es lo que han vivido durante generaciones”, lamentó.

También hizo mención al maltrato que viven aquellas personas privadas de su libertad, y a las comunidades donde reina el terror, ya sea a causa de negocios ilegales, disputas ideológicas o dominaciones políticas, que sumergen a un pueblo en la indiferencia.

“Muchas personas vienen aquí a Caacupé con historias de conflicto, heridas y traumas. Vienen a los pies de María a confesar sus dolores, pedir sanación y protección. Podemos seguir recordando agresiones, pero lo más precioso que tenemos es la reconciliación y el perdón para restaurar nuestra humanidad”, enfatizó.

Recalcó que la reconstrucción de la humanidad es una tarea que involucra a todos, “pero los jóvenes pueden aportar algo más especial, convirtiéndose en fermento del perdón, con su mirada y energía nueva. Como su fe que puede transformar el mundo, también tienen sus crisis y dudas, pero el señor los llama como a María a lo imposible”, finalizó Monseñor.

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