El tema de la homilía en el segundo domingo de Cuaresma fue “La cruz es la puerta de la resurrección”, a cargo del cardenal Adalberto Martínez, quien lamentó los tiempos difíciles y la profunda crisis moral y de ética que se vive en Paraguay.
“Estamos viviendo tiempos difíciles, de una profunda crisis moral, de la ética, de balanzas torcidas en la justicia. Tiempos de balanzas peligrosamente desequilibradas, lo que contradice radicalmente el querer de Dios, donde en algunos casos se actúa como enemigos de la cruz de Cristo atropellando la dignidad del inocente”, manifestó.
Aprovechó el tiempo de Cuaresma para hacer un llamado a la conversión y a la acción de los bautizados, a los católicos que ocupan cargos de responsabilidad pública y tienen en sus manos la libertad, los bienes y la vida de las personas.
“Ni los clérigos ni los religiosos ocupan cargos en el Poder Judicial, el Ministerio Público, el Poder Legislativo o el Poder Ejecutivo… ¡Qué gran oportunidad y desafío tienen los laicos! Son la mayoría en la Iglesia; por eso, les invitamos a asumir su compromiso bautismal y que sean testigos del Evangelio en esos ámbitos. Un principio fundamental del magisterio social de la Iglesia es la dignidad de la persona humana. Así también, la República del Paraguay se fundamenta en el reconocimiento de la dignidad humana”, indicó.
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Mencionó que en una carta pastoral señalan que la vigencia de una verdadera institucionalidad democrática permitirá que se vivan los valores y virtudes expresados en nuestro Himno Nacional: “Ni opresores ni siervos alientan donde reinan unión e igualdad. Esto implica un Estado de derecho donde todos los ciudadanos estén sujetos a las mismas leyes, que protejan su dignidad, su vida y sus bienes. Por ello, se vuelve cada vez más fuerte el clamor de una justicia para todos, pronta y sin distinciones económicas o de poder. Una justicia independiente, con probada rectitud, honestidad y patriotismo, debe constituirse en la salvaguarda y garantía para nuestro sistema democrático”.
Respecto al Poder Judicial, dijo que es el custodio de la Constitución Nacional, por lo que debe ser celoso de su independencia de otros poderes del Estado y de otros poderes contantes y sonantes.
Agregó que para que los ciudadanos sean iguales ante la ley en derechos y garantías, es fundamental que en el ejercicio de sus funciones el Ministerio Público y la Corte Suprema administren y sopesen la balanza de la justicia sin interferencias amañadas.
“Exhortamos a los abogados, fiscales, jueces, magistrados bautizados a ser testigos creíbles de Jesús en sus ámbitos de competencia, con coraje evangélico, sin sometimientos a poderes fácticos, capaces de jugarse por la verdad para administrar y hacer justicia con balanzas justas y equilibradas sin otros intereses que defender la justicia, la dignidad de las personas, configurándose a las leyes de la República. Cristo es el camino, la verdad y la vida”, indicó.