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Monseñor Ricardo Valenzuela ofició la misa en el templo Dulce Nombre de Jesús, Ñandejára Guasu. En su homilía, el clérigo lamentó con profundo dolor que en estos pocos días que inició el 2025, ya se hayan registrado tres feminicidios.
“Qué mal comenzamos este nuevo año, no hay perdón. Necesitamos hacer mucha oración y pedimos a nuestro Señor que nos ayude, que nos conceda esa gracia de poder vivir en paz. Cuántas cosas estamos pasando, cuánta violencia se puede ver en las familias”, expresó.
“Apenas hace 18 días que empezamos el año y ya hay tantos asesinatos, tanta crueldad a nuestro alrededor. ¿Qué es lo que nos pasa? Por qué tanto odio hacia los demás, ¿por qué tanto resentimiento en las familias?”, preguntó el obispo.
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Renovar la fe
Asimismo, monseñor Valenzuela hizo énfasis en que en estos tiempos difíciles, hoy más que nunca hay que “procurar de renovar la fe y la esperanza para poder vivir nuestra identidad como verdaderos cristianos”.
Señaló que es importante que todos tengamos en cuenta el “espíritu de caridad a donde vayamos”, y que, ayudemos al prójimo si vemos que necesita algo. “Hay que ayudar a los demás a hacer obras de caridad, hay que hacerlo con más frecuencia”, puntualizó.
En la jornada dominical se pudo ver la explanada de la iglesia copada de visitantes, quienes llegaron desde diversos puntos del país como: Limpio, San Lorenzo, Luque, Nueva Colombia, Mariano Roque Alonso y Asunción. Estuvieron presentes el intendente de Piribebuy Blas Gini (PLRA), el párroco local Alcides Mendoza, el presbítero Marciano Toledo, el padre Fernando Florentín, el diácono Vicente López, entre otras autoridades.
Procesión
Al término del acto religioso se llevó adelante la tradicional procesión con la imagen de Ñandejára Guasu. Se pudo observar a visitantes que caminaron cada uno con su imagen para bendecirlos y otras familias de la zona que no pudieron acudir a la misa salieron de sus casas para ver pasar a su santo protector y saludaban con pañuelos blancos.
El obispo Valenzuela, acompañado de una multitud de personas, con cadetes y la Banda de Músicos de la Dimabel, marcharon con fe y devoción por los alrededores del templo.
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