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El año 2024 no fue precisamente el mejor para la Municipalidad de Asunción, administrada por el intendente, Óscar “Nenecho” Rodríguez (ANR- cartista), quien llevó a la comuna a una crisis financiera. Hasta el pasado 20 de diciembre la administración de Nenecho debía más de G. 13.700 millones a la Caja de Jubilaciones del Personal Municipal. El auxilio de G. 13.000 millones del IPS, institución que debe impuestos desde 2014 por más de G. 75.000 millones, le permitió amortizar parte de sus deudas.
Al menos desde julio, Nenecho tampoco transfiere los fondos que descuenta a sus trabajadores en concepto de aportes a la Asociación de Funcionarios de la Municipalidad de Asunción (AFUMA) y, de pago de cuotas de préstamos a través de ella. Además de poner en riesgo las obligaciones de los trabajadores municipales, los perjudica en su historial crediticio y les genera recargos.
El intendente fue imputado por supuesta lesión de confianza y asociación criminal en la causa de los “detergentes de oro”, con un perjuicio de G. 1.800 millones para la Comuna. Además, es investigado por el desvío de G. 500.000 millones de bonos para obras que no se realizaron y que su propio gabinete admitió fueron a “gastos corrientes”. Esto fue confirmado por un lapidario informe de la Contraloría General de la República (CGR).
Hasta ayer, funcionarios de la Municipalidad seguían reclamando el pago de sus salarios del mes de diciembre, aunque con pocas esperanzas de pasar la noche de año nuevo con sus derechos cumplidos. Por el contrario, denunciaron la persecución a aquellos que habían reclamado retrasos en el aguinaldo.
Duro con contribuyentes, pero suave con el Estado
Este 2024, Nenecho salió a la caza de recursos mediante una medida de apriete a contribuyentes morosos, a través de su inclusión en la “lista negra” del Buró de Información Comercial S.A. (BICSA). El “apuro” a ciudadanos “comunes” causó apenas una reducción del 5% de la morosidad, según la propia directora de Recaudaciones, María Agustina Román.
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La misma funcionaria reconoció, sin embargo, que la medida no influyó en las instituciones del Estado paraguayo, el principal moroso, con una deuda de G. 450.000 millones en total, monto que representa el 50% de la recaudación de la Municipalidad en un año. Además del IPS, que pagó solo una parte de lo que debe, muy pocas fueron las instituciones que se comunicaron, para al menos indagar sobre su situación tributaria.
Nenecho apuesta a la recaudación del mes de enero, históricamente la más importante del año, para sortear los primeros meses de 2025, en tanto aguarda la aprobación en el Congreso de una nueva ley de capitalidad, que volvería a darle oxígeno para atornillarse en el cargo.
Subasta de la Costanera
Otro de los intentos de Nenecho por hacerse con recursos para tapar la crisis financiera es el intento por rematar 6 hectáreas de la Costanera Norte.
Las irregularidades en todo el proceso que fue realizado a las apuradas y denunciadas por concejales opositores y la sociedad civil, espantó a los potenciales interesados y la subasta fue declarada desierta.
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Pese a este tropiezo, Nenecho insistirá en la venta de estas tierras, sin inversión urbana previa, correcta delimitación, ni definición del destino de los más de US$ 22 millones que se establecieron como precio base.
Su propio gabinete ya anuncia una potencial venta directa, para la que ya tiene interesados, que podría ser por un monto menor. Para ello, Nenecho cuenta con una cómoda mayoría en la Junta Municipal.
A finales de este año, también se aprobó la venta directa de 17.000 m2 de tierras en la Costanera Sur.
Obras inconclusas y eliminación de espacios verdes
A este desastroso panorama, el intendente sumó un año de obras inconclusas, llevadas adelante con muchísimos retrasos y que generaron abusivas molestias al ciudadano.
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Entre ellas podemos citar a la revitalización de la avenida Fernando de la Mora, el desagüe pluvial bajo la avenida Eusebio Ayala o los trabajos de mejoramiento de la plaza Naciones Unidas, entre muchas otras.
Como corolario de un año oscuro para Asunción, el intendente avaló la destrucción de uno de sus últimos pulmones verdes, el bosque de San Vicente, pese a la férrea oposición de los vecinos.