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Octavio Ramón Díaz tiene 22 años y una creatividad que parece haber traído “de fábrica”. En forma completamente autodidacta, y guiado únicamente por la creatividad, el joven se inició en el mundo de la mecánica de bicicletas, reparando e incluso reconstruyendo desde cero todo tipo de bicis.
Empezó hace un par de años y pronto su talento le hizo ganar fama en todo el barrio. Chicos y grandes llevaban sus bicicletas y salían felices con la nueva oportunidad que tenían de darle uso a viejos cacharros.
La condición de Octavio diagnosticada por los médicos es el trastorno del espectro autista, pero su familia asegura que desde hace algunos años dejó las medicinas y se estabilizó.
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Una chispa de inspiración
De cualquier modo, esto no le fue nunca impedimento para desarrollarse como persona en el área mecánica, pero con fuerte inclinación creativa.
Si hablamos de la creatividad es porque hace aproximadamente dos meses, a Octavio se le encendió la chispa artística y decidió emprender un proyecto creativo.
Siempre le gustó viajar, por lo que acompañaba a su mamá a cualquier actividad que esta tuviera. Mientras se trasladaba, se memorizaba los trayectos, nombres y números de las líneas de transporte.
Con base en estos conocimientos es que le llegó la inspiración de crear un minibús réplica de la empresa de transporte Loma Grande, en la que viaja con frecuencia.
Utilizando las herramientas y materiales que logró conseguir con el dinero que gana reparando bicis, creó el vehículo y no le faltó ni un solo detalle.
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Diversión asegurada para los niños
Cuando tuvo el trabajo listo, llamó a los niños del barrio, quienes encantados vinieron a conocer la obra de arte, y Octavio no tuvo problemas en pasearlos moviendo él mismo el minibús a tracción.
Cobrar por su trabajo no es su parte favorita. Si fuera por él, trabajaría solo por la pasión, pero sus vecinos tienen consciencia del valor de su mano de obra y le pagan voluntariamente aunque él no ponga una cifra.
Eso sí, tiene algunos gustos que lo ayudan a ponerse de buen humor para empezar cada jornada. No le puede faltar un buen café con leche bien dulce acompañado de abundante galleta. Si cuenta con ese menú, siente que no necesita nada más para ser feliz.
Los materiales con los que Octavio trabaja son la chapa, el metal, el hierro y muchas herramientas.
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El anhelo de potenciar su emprendimiento
Si hay un sueño que quiere cumplir, este es sin dudas montar su propio taller con todas las herramientas que necesita para reparar y crear. Pero aunque Francisca, su madre, quisiera darle ese gusto, el dinero no alcanza.
Como toda madre, no puede evitar emocionarse al ver el enorme talento que tiene su hijo, y que podría potenciarse mucho más solo con un poco de inversión.
Es por este motivo que apelan al buen corazón de la gente de manera a conseguirle a Octavio patrocinadores, que le tiendan una mano solidaria.
Están seguros de que cualquier respaldo que reciba este joven no será en vano, pues él sabrá sacarle provecho con más y mejores creaciones.