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Una impresionante cantidad de peregrinos camino a Caacupé se vio hoy viernes 6 de diciembre. Ni siquiera el calor fue una barrera para los fieles, que recorrieron largas distancias bajo un sol abrasador para cumplir las promesas realizadas a la Virgen de los Milagros.
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A lo largo del trayecto, desde Curuzú Peregrino hasta la Basílica, los peatones contaron con atención médica, hidratación, sanitarios y hasta la provisión de bloqueador solar. En la jornada de ayer -según confirmó el doctor Marcelo Pineda, responsable del puesto de Curuzú Peregrino- en los servicios de asistencia dispuestos por el Ministerio de Salud Pública (MSPBS), se atendió a más de 270 personas.
“Lo que más se tuvimos son casos de ampollas, dolores de cabeza y presión alta, a consecuencia del calor” dijo Pineda.
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Un panorama similar se registró en el puesto sanitario ubicado en la Basílica, donde pese a no tener casos de gravedad, explicaron que la mayoría de los pacientes se acercó para manifestar molestias y dolores como consecuencias del calor.
La doctora Thamara Ruiz, médica responsable de la atención en el puesto ubicado en en ese lugar, contó además, que muchos acudieron a pedir asistencia por la formación de paspaduras y ampollas, a causa de una indumentaria inadecuada, principalmente de los pies.
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La doctora Ruiz recordó que en caso de presentarse casos de complejidad, cuentan con el soporte de ambulancias del Hospital Regional de Caacupé y, el Servicio de Emergencia Médica Extrahospitalaria (SEME).
La médica reiteró también un pedido especial para los adultos mayores, niños pequeños y personas con enfermedades de base. Indicó que estos no deben sobreexigirse e ir caminando a Caacupé.
Peregrinos llegaron tras caminar ocho días, desde CDE
Un grupo de diez amigos de Ciudad del Este que caminó desde Ciudad del Este hasta la ciudad de Caacupé, contó a ABC que este año realizaron la peregrinación, por un motivo muy especial: la salud. La madre de uno de ellos, que a su vez es la “madrina” del grupo, está hospitalizada.
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Diego Romero, uno de los peregrinos, contó que decidieron hacer los más de 270 kilómetros que separan el Puente de la Amistad de la Basílica de Caacupé a pie, en una travesía de ocho días, con la esperanza puesta en la Virgencita de los Milagros. “Todo por la Virgen de Caacupé”, dijo esperanzado en que su protectora recupere su salud.
Los amigos contaron que fueron realizando el recorrido por etapas, quedándose a descansar en casas de amigos o al costado de la ruta, disfrutando a su vez de los hermosos paisajes que ofrece nuestra Región Oriental y de la hospitalidad de su gente.
Agradecer por la vida y por la salud
María Lidia y Víctor Hugo, de la ciudad de Caaguazú, junto a su hija y sus nietos llegaron también hasta la Basílica para agradecer.
El motivo, la salud de su pequeña nieta, Graciela Luján, quien nació prematura y, hoy ya tiene 2 años, gracias a la protección de la Virgencita de los Milagros. “Muchísimo le imploramos por ella”, rememoró emocionada la abuela.
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Víctor Hugo contó que para ellos ya es una tradición de más de 25 años llegar a Caacupé en familia, a fin de agradecer por la prosperidad que reciben de la Virgen de los Milagros. “Somos una familia pobre, pero luchadora”, contó orgulloso.
Esta pareja, que tiene como costumbre peregrinar caminando desde la ciudad de Eusebio Ayala, dice que está orgullosa de seguir la tradición de sus padres y abuelos para transmitirla a sus hijos y nietos.
Tradición familiar de más de 60 años
Julián y Catalino, dos primos provenientes desde la ciudad de Itá, contaron por su parte que hace más de 60 años que peregrinan juntos hasta la capital espiritual del Paraguay, en las tradicionales carretas campesinas tiradas por bueyes.
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Julián cuenta que ya sus abuelos comenzaron con la tradición y que fue el padre de Catalino el que lo llevó por primera vez hasta la Villa Serrana.
Con su familia y amigos partieron el jueves por la tarde y llegaron ese mismo día antes de la medianoche. Para ellos, más que una promesa, llegar hasta Caacupé ya es una tradición familiar que se transmite de generación en generación.
“Somos tres los que tenemos más de 60 años y yo tengo cinco hijos que vienen conmigo. En seis carretas venimos nosotros de una sola familia. Felices estamos acá, yo me siento como si fuese un millonario. No tengo nada, pero tampoco me falta”, contó emocionado.