Cargando...
La violencia tiene la particularidad de ser muchas veces silenciosa. Comienza con acciones pequeñas, al punto en el que la víctima ni siquiera se siente violentada, pero va escalando hasta poner en riesgo la vida.
Expertos coinciden en que su impacto es devastador. Si bien la prioridad siempre es poner a la persona a salvo, luego queda un largo camino para salvar la salud mental de la persona, que queda dañada. Sanar puede llevar años, pero es liberador. Expertos en recuperación de víctimas de violencia de género nos muestran cuál es el camino.
Los afectados de esta problemática global no son exclusivamente mujeres, sino también niños. Por supuesto, existen casos en los que el hombre también es víctima. Sin embargo, las estadísticas demuestran que son las mujeres en mayor medida quienes son víctimas de esta violencia.
Lea: 25N: anuncian marcha contra violencia hacia las mujeres
Organización Mundial de la Salud (OMS) refiere en su último informe que una de cada tres mujeres experimentó violencia física o sexual en su vida.
Es posible que usted nunca haya recibido un golpe, pero si lo piensa bien, seguro recordará haber tenido que escuchar un “piropo” obsceno en la calle, o algún exhibicionista en el transporte público, o algún varón que la ofendió verbalmente en el trabajo. Todos estos actos, aunque usted piense que fueron leves, son también hechos de violencia.
El impacto en la salud mental que sufren las personas que fueron violentadas puede durar toda la vida si no hay tratamiento psicológico.
Haber sido sometido a este tipo de daño puede provocar trastornos de ansiedad, depresión, estrés postraumático y hasta intentos de suicidio, explicó la licenciada Montserrat Vera Aponte, de la organización Psicofem, una organización feminista que promueve la diversidad y perspectiva de género en salud mental y comunicación en Paraguay.
Lea más: Itapúa registra más de 800 casos de violencia de género en el primer semestre de 2024
Una de las raíces del problema que tienen las víctimas es que quedan con sentimientos de culpa, vergüenza y miedo, aunque no hayan sido culpables de lo que les pasó.
Estos sentimientos dificultan su capacidad para confiar en otros y establecer relaciones saludables, enfatiza la profesional.
Los actos violentos están tan estratégicamente instalados, que a veces podemos estar siendo víctimas sin siquiera darnos cuenta. La profundidad con la que las estrategias manipuladoras que ponen en práctica quienes violentan son muy sutiles y eficaces y, por lo tanto, peligrosas.
La profesional entrevistada nos ayudó a reconocer cuáles son las acciones que deben indicarle una bandera roja en sus vínculos:
Violencia física
-Golpes, empujones, quemaduras.
Violencia verbal
-Puede incluir insultos, humillaciones, aislamiento, “bromas”, en frente de grupos de amigos con la intención de ridiculizar a la víctima, destacar atributos físicos de otras congéneres para hacer sentir a la pareja inferior.
Violencia sexual
- Relaciones sexuales en contra de su voluntad, prácticas sexuales que la hacen sentir incómoda /o, manoseos la persona no quiere, que le tomen fotografías íntimas sin su consentimiento.
Violencia económica
El control del dinero de la víctima, sus tarjetas, facturas, gastos, compras personales, etcétera. El no querer que la mujer trabaje y tenga sus propios ingresos es una forma de manipulación para que la misma sea dependiente de la persona agresora.
Más info: El 30% de víctimas de feminicidio denunció violencia ante instituciones, según informe
Efectos a largo plazo
El efecto “cortina de humo”, que tienen muchas parejas, al hacer pensar al resto de la sociedad que no pasa nada malo, lleva a una exposición prolongada de la víctima al ciclo de violencia.
En definitiva, haber vivido en una relación violenta, puede perjudicar la forma que tiene la persona de relacionarse con otros miembros de la sociedad.
La persona puede desarrollar problemas de memoria, concentración y toma de decisiones, debido al daño a su autoestima y al desgaste psicológico de la situación.
Acompañamiento y comunidad: la luz al final del túnel
La terapia sicológica es fundamental para sanar el daño que provoca la violencia, explicó la licenciada Montserrat Vera Aponte.
En las sesiones, el paciente necesita un entorno seguro y no ser juzgado, para sacar afuera esas experiencias dolorosas reprimidas y así sanar poco a poco. Puede llevar tiempo, pero es muy importante y eficaz. Así también la gestión colectiva del problema social que significa la violencia es una herramienta central. Está demostrado que los dispositivos grupales y de encuentro generan espacios de escucha, de espejo y de contención muy útiles para las víctimas.
El Gobierno tiene la principal responsabilidad
La violencia es un problema que requiere de atención integral, que debe empezar por el Gobierno.
Los recursos económicos, humanos y logísticos son cruciales para que las víctimas consigan atención cuando acudan al sistema de salud pública. En los últimos años, la ONU Mujeres ha venido haciendo hincapié en la necesidad de los Estados de promover mayor igualdad en el acceso a la salud, como uno de los caminos para erradicar la violencia.