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La hermana Regina Sian, de 92 años, es famosa en Paraguay por su trabajo de apoyo a personas con distintos tipos de adicción, desde el alcoholismo hasta drogadicción o la ludopatía. Al cumplirse 50 años desde su llegada a Paraguay, la religiosa reflexiona sobre sus décadas de trabajo en el país.
Nacida en Formosa, Argentina, en 1932, y formada en España, la hermana Regina llegó a Paraguay por primera vez en 1974, luego de trabajar con Alcohólicos Anónimos en varias zonas del norte de su país natal. Mientras seguía sus estudios en Corrientes, recorría las provincias para organizar reuniones de apoyo a personas con alcoholismo los domingos.
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“Durante mis vacaciones hacía mi trabajo porque el resto del año tenía que estudiar, igual no tenía tiempo”, recordó.
Al principio, la hermana visitaba Paraguay solo por intervalos de diez días, organizando reuniones de Alcohólicos Anónimos en la sede del Consulado argentino en Asunción y recorriendo varias otras zonas del país antes de volver a Argentina.
“Años de recuperados”
En uno de sus viajes conoció a una mujer, de profesión abogada, quien le comentó que tanto su padre como su hermano eran alcohólicos y ella la acompañó a su vivienda en Mariano Roque Alonso para conocerlos. Eventualmente, relató, ambos dejaron de beber.
Ese contacto fue lo que le permitió establecer un centro de atención en una estructura abandonada en el sitio donde actualmente se encuentra el Hospital San Pablo, en Asunción.
“Hacíamos festivales, comilonas, así se levantó; todo clavo que está ahí lo puse yo”, comentó.
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Durante sus décadas de trabajo en Paraguay, la hermana Regina organizó la creación de grupos de Alcohólicos Anónimos en todo el país. Actualmente, existen unos 60, a los que sigue apoyando a pesar de las limitaciones físicas, debido a una parálisis parcial que la ha dejado en silla de ruedas.
Dijo desconocer siquiera un número aproximado de todas las personas que pasaron por esos grupos y lograron dejar de beber.
“Años de recuperados, era un mundo de gente”, dijo.
Sin apoyo del gobierno “ni para un café con leche”
Enfatizó que el programa de recuperación que impulsa es “espiritual, no religioso” y que se centra en dar a entender que un alcohólico u otro tipo de adicto es una persona enferma a quien no se debe tratar como un paria, sino quien necesita recibir apoyo emocional.
Señaló que nunca recibió ayuda oficial del gobierno “ni para un café con leche”, pero que con donaciones y otros tipos similares de ayuda “nos defendemos, no nos morimos de hambre”.
En 2022, la hermana Regina fue galardonada por el Congreso con la Orden Nacional al Mérito “Comuneros”, ocasión que la religiosa aprovechó para urgir a las autoridades que se brinde un mayor apoyo desde el Estado a las personas adictas.
“Se los dije a los senadores y diputados, mucho papelito, mucho cartoncito y ningún sobrecito”, ironizó.