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Durante la semana se llevaron a cabo jornadas técnicas, en las que se capacitaron a familias indígenas de las comunidades Tarumandymi, Yvapovondy y la Virginia interesadas en incorporar nuevas tecnologías a sus métodos tradicionales de cultivo. Lo que busca este plan es mejorar la producción y hacerlo de una forma respetuosa con el conocimiento que estas comunidades han transmitido de generación en generación.
Semillas certificadas y técnicas de siembra
Uno de los puntos de este proyecto es el uso de semillas certificadas, que fueron proporcionadas por la Dirección de Extensión Agraria. Antes de la entrega de las semillas, los técnicos realizaron capacitaciones con las familias para asegurar que el proceso de siembra se realice de manera óptima.
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Haciendo especial énfasis en las distancias adecuadas entre plantas y hileras. Se recomendó que las plantas estén separadas por una distancia de 20 a 25 cm, mientras que entre hileras la separación debe ser de hasta 70 cm. Esta técnica tiene como objetivo reducir las pérdidas ocasionadas por las aves.
El ingeniero Arturo Garcete, coordinador técnico del proyecto, explicó que se plantarán dos variedades de maíz: el tupí, conocido por su ciclo de crecimiento de tres meses, ideal para la cosecha de choclo a fin de año, y el maíz moroti, cuyo ciclo es más largo (hasta seis meses), y que está destinado a la producción de harina de maíz.
Innovación con tradición
Un aspecto importante del plan “Chipaguazu Ra” es la innovación, el cual trata de incorporar herramientas que hagan el trabajo más eficiente y preciso. En la última jornada de capacitación, las familias indígenas tuvieron la oportunidad de conocer y probar una máquina sembradora manual a rodillo, la cual facilita la aplicación técnica de las recomendaciones de siembra.
La demostración estuvo a cargo de Carlos Miglietta, un productor invitado desde la ciudad de Arroyos y Esteros, quien mostró lo rápido y preciso que se puede realizar la siembra con esta herramienta.
Esta innovación sorprendió a los productores indígenas, quienes dijeron que uno de los problemas más grandes que enfrentan es la falta de mano de obra y la dificultad para mantener la precisión en el proceso de siembra.
Este plan tiene como objetivo a largo plazo que las familias indígenas puedan no solo producir alimentos para su consumo, sino también generar ingresos con la venta de sus productos.