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Julián García es padre de cinco hijos, los tres primeros de su primer matrimonio. El año pasado quedó viudo tras el diagnóstico de cáncer de su esposa. Su hijo mayor también ingresó el años pasado a una carrera en la Universidad Nacional de Itapúa (UNI) y este año, otro de sus hijos logró el ingreso a la Facultad de Ingeniería en Itapúa. La celebración del padre conmovió a todos y se hizo viral en redes sociales.
El joven estudiantes ingresó en el primer intento, mientras la mayoría debe probar dos o tres veces. “Escuchar que digan el nombre de tu hijo: García Mieres Darío Daniel, no se puede describir, exploté de la alegría”, narra al recordar aquel momento.
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Recuerda que cuando escuchó el nombre de su hijo se dio cuenta de que estaba muy lejos de él, al otro lado del tinglado donde se desarrollaba la lectura de la nómina de ingresantes. El eufórico padre trabaja como encargado de deportes en la Universidad por lo que conoce a los demás jóvenes, especialmente por la participación en las olimpiadas.
“Los jóvenes que estaban cerca vinieron a vibrar conmigo, por el cariño que me tienen, y en ese momento veo a Darío Daniel que viene hacia mí, nos abrazamos y lloramos juntos”, comenta.
El mensaje de Julián García para los padres
“Que les dejen estudiar lo que ellos quieran, que no le impongan su profesión a ellos. Los que hacemos lo que nos gusta somos felices, hay que darle herramientas y apoyarlos”, manifiesta.
Recuerda que la vida es corta e insta a dar calidad de tiempo, aunque el cansancio por el trabajo se interponga muchas veces, asegura que un poco de esfuerzo hace la diferencia.
Se refirió a los padres de cuyos hijos no lograron ingresar y les dijo que los apoyen igual porque el esfuerzo es grande, estudiando cerca de 10 horas diarias para 40 cupos entre 400 postulantes.
Igualdad para el acceso laboral
“Le digo a la gente que está en el poder que ayuden a los jóvenes, el país es rico, tiras una semilla en la tierra y florece. Hay que darles herramientas para que trabajen”, indicó.
Reflexionó sobre el bien y el mal, asegura que el que hace el mal cierra el círculo, cae y nadie lo ayuda, sin embargo, el que hace el bien tiene las puertas abiertas donde sea que vaya.