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El Mercado de San Lorenzo se despierta cada madrugada con el aroma de las verduras, las frutas frescas y las historias de sus trabajadores. Entre ellos se encuentran Carmen Espínola y Bernarda Villasanti, dos vendedoras que ejemplifican la fuerza y la tenacidad de la mujer paraguaya.
Carmen Espínola, 84 años de incansable labor
Doña Carmen, con sus 84 años de vida, inicia su jornada en la madrugada, recorre los pasillos del mercado seleccionando cuidadosamente las verduras que luego venderá en la ciudad Itacurubí de las Cordilleras. Su día a día es un testimonio de trabajo constante y sacrificio, una historia que se repite desde hace décadas.
“Las ventas las hago casa por casa, y por suerte tengo el cariño de mis clientes, muchas personas me ayudan económicamente para seguir con mis ventas”, comentó doña Carmen.
Bernarda Villasanti, madre ejemplar
Bernarda Villasanti, por su parte, emprende un viaje de más de 100 kilómetros desde La Colmena hasta San Lorenzo dos veces por semana. Su objetivo: vender yuyos y así sustentar a su familia compuesta por cuatro hijos sordomudos.
A pesar de las dificultades, como el frío que afecta sus ventas, Bernarda se mantiene firme en su propósito de sacar adelante a su familia. “Trabajo para darles de comer a mis hijos, no tengo a nadie quien me ayude. Martes y viernes vengo para hacer mis ventas”, manifestó.
Dos historias de muchas otras
Las historias de Carmen y Bernarda son solo dos ejemplos de las innumerables personas que día a día transitan por el Mercado de San Lorenzo, buscando oportunidades y luchando por un mejor futuro. Son historias que nos recuerdan la importancia del trabajo duro, la perseverancia y la solidaridad que caracteriza al pueblo paraguayo.
Estas mujeres representan la fuerza y la capacidad de superación que reside en cada uno de nosotros. Sus historias nos inspiran a seguir adelante a pesar de los obstáculos y a tender una mano a aquellos que más lo necesitan.