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“Los hombres de Celina”, libro paraguayo publicado por primera vez en el año 1981, es una de las creaciones más destacadas de la narrativa de Mario Halley Mora. La novela se desarrolla en Asunción, donde sus personajes transitan por las calles y ambientes de la ciudad.
La obra no se limita a describir la ciudad con sus misterios y sombras a plena luz del día, sino que da vida a sus personajes, que parecen normales en la vida cotidiana, pero albergan un drama en su existencia.
Halley Mora, con su capacidad de observación y profundidad para escrutar almas torturadas, logra describir a la perfección la realidad de sus personajes. El dramaturgo logra agilizar los diálogos y situaciones de manera que el lector se siente atrapado por la historia y es llevado hasta el final de la novela.
La obra no pasó desapercibida para nada, ni para los lectores en general, ni para los propios escritores paraguayos que la destacaron. Entre ellos, dos escritores paraguayos llegaron incluso a prologarla en sus sucesivas ediciones. En esta nota te recordamos lo que dijeron autores de la talla de José Luis Appleyard y Josefina Plá.
Una novela contemporánea: la visión de José Luis Appleyard
Para el poeta, dramaturgo, abogado, periodista y editor paraguayo José Luis Appleyard, integrante como Halley Mora de la denominada “generación del 50″, la lectura de esta novela le deparó una grata sorpresa.
“Tenía ante mí una novela paraguaya distinta, actual, ciudadana, nueva, sin ninguno de los personajes típicos a los cuales nos habían acostumbrado tanto la narrativa como el teatro de las tres o cuatro últimas décadas.”, dijo en su comentario a la obra.
“La acción transcurre en esta Asunción que hoy estamos viviendo; en esta ciudad que se está volviendo grande, con todos los problemas que implica su crecimiento desordenado”, en el que el autor maneja a sus personajes en este ambiente, dentro de una tónica, nueva también. Toda una verdadera ruptura con una constante de la narrativa paraguaya”, añadió.
Appleyard destacó que la obra cuenta con “un protagonista que habla en primera persona y se siente inmerso en todos los meandros de la ciudad, desde sus barrios más pobres hasta los ambientes donde impera el lujo y donde el dinero es el único patrón aceptable”, agregó.
La capacidad del autor
En su crítica a la obra, Appleyard destacó profusamente la complejidad de caracteres de los personajes, que se mueven en un entorno que, siendo nuestro y cotidiano, resulta en muchos aspectos desconocido.
Agregó que ahí radica “la función cabal del novelista, quien toma de la mano al lector y lo lleva, como un cicerone sabio, a recorrer rincones, ambientes, lugares, donde los más miserables y paupérrimos hasta caserones señoriales, suntuosos, encerrados en su propio misterio, donde la podredumbre humana hiede más que en los arroyos infectos del suburbio miserable”.
Appleyard consideró a Celina como “un ángel surgido del barro, aparentemente prostituido y amoral”, y ante la pregunta de ¿quién es Celina?, se limitó a decir que “es el personaje más logrado entre todos cuantos ha dado a conocer Halley Mora en su larga trayectoria de escritor”.
En la conclusión de su crítica, Appleyard consideró a esta “una obra fundamental en la narrativa literaria de Mario Halley Mora, y, a la vez, un hito muy importante dentro del panorama de nuestra narrativa”.
Josefina Pla: la crónica de una maternidad sin parto
En su tercera edición, la obra fue comentada por la poetisa, escritora y dramaturga de origen español, quien calificó a la obra como la “crónica de una maternidad sin parto y de un amor sin sexo. De una singular adopción que podría, sin embargo, resultar simbólica de la esencial actitud femenina ante el hombre, el ‘eterno hijo’; el que en una forma u otra regresa siempre al regazo femenino”.
“Celina marcha, en ese empeñoso modelado, que se ha propuesto, de Carlos Salcedo, y a su manera, hacia la completitud de una vocación materna que la vida truncó en sus arranques más legítimos y simples”, agregó la gran maestra.
“Pero la historia de Celina, ejemplo límite de vocación maternal, es, necesariamente, por contrapartida y a un tiempo, la historia del que, a través de Celina, mediante ella, realiza sus sueños ambiciosos. Sueños mal o nada definidos -aquí está su «pecado capital»- que adoptan del comienzo, la forma elemental de la fuga”, añadió.
“Una fuga seguirá siendo la trayectoria ulterior de Salcedo. Fuga mimetizada, a lo largo del relato, por incidencias diversas; pero fuga. Fuga ante la responsabilidad. Fuga ante la gratitud. Fuga ante los valores”, expresó.
“La obsesión de Salcedo es sustraerse a un sistema de cosas en el cual no encaja. Espécimen subdesarrollado de los ‘rebeldes sin causa’, Freud lo rotularía seguramente de inmaduro; pero quizá quedase mejor decir: podrido antes de madurar”, dijo en su comentario la gran artista.
Mario Halley Mora
El prolífico dramaturgo y narrador compatriota Mario Halley Mora (Coronel Oviedo, 1926) falleció el 28 de enero de 2003 en Asunción, tras una larga y penosa enfermedad.
La profesión de periodista, al igual que la de escritor, fue su vida, llegando a ocupador la jefatura de redacción del diario Patria por muchos años, durante la dictadura stronista.
Escribió para el teatro obras inolvidables desde los veintitrés años, fue guionista (con el seudónimo de Alex, su primer nombre) de las primeras historietas paraguayas en guaraní o bilingües.
Autor de más de cincuenta obras teatrales llevadas a escena, de los cuales, sus mayores éxitos fueron En busca de María (1956), su primera pieza teatral, Testigo falso; El juego del tiempo (1986), y los dos volúmenes de Teatro Paraguayo que reúne sus seis obras más conocidas, entre las que están Magdalena Servín, Interrogante, y Un rostro para Ana (1971-1975).
En 1998 fue galardonado, con otros intelectuales y artistas de nuestro medio, con una Condecoración Honor al Mérito, por el Gobierno nacional, y en el 2001, fue ganador del Premio Nacional de Literatura.
También incursionó en el género de la Zarzuela, con Loma Tarumá, en jopará, con música de Florentín Giménez. Su narrativa, con énfasis en ambientaciones ciudadanas, incluyen novelas y cuentos, entre los que destacan La quema de Judas (1965) (premiado ese año por el Diario La Tribuna); Los hombres de Celina (novela, 1981), Cuentos, microcuentos y anticuentos (1987), Memoria adentro (novela, 1989), Los habitantes del abismo (cuentos, 1989), entre otros.
Su última obra publicada en 1999 fue Cita en el San Roque, con la cual ganó el Premio Nacional de Literatura, y que recrea un bar asunceno, en el que se reunían intelectuales y artistas a departir en prolongadas tertulias nocturnas, con presencia del escritor José Luis Appleyard, el escultor Hugo Pistilli, Jacobo Rauskin y muchos otros.
No eran amigos pero respetaban su trabajo y estilo
Si bien entre estos escritores no había una amistad o afinidad ideológica, dado el apoyo de Halley Mora a la dictadura, sí había un respeto intelectual. “Sobre todo, en cuanto a Los hombres de Celina, que marcó un punto de inflexión en cuanto a novela urbana y, especialmente, por el tratamiento de la mujer, que es el eje de esta historia. Doña Josefina era feminista y por ahí vino la decisión del prólogo”, señala el maestro Bernardo Neri Farina.