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Cuando un niño, niña o adolescente es víctima de abuso sexual presenta características extrañas en su conducta habitual que pueden ser identificadas por los responsables del cuidado. También existen maneras de prevenir, con atenciones cotidianas por parte de los padres o tutores hacia los menores de edad.
La principal característica de un menor de edad que es víctima de abuso es el cambio repentino en su conducta, especialmente el temor de quedarse solo con una persona, miedo a ir a un lugar, aparecen los cambios en el rendimiento escolar y preguntas específicas sobre sexualidad que son poco comunes, explica Alejandra Sosa, de Base Educativa y Comunitaria de Apoyo (BECA).
Otro indicador, en especial en niños que aún no se comunican de manera fluida, es la irritación en sus genitales, llanto a la hora de orinar o ir de cuerpo.
Las marcas en el cuerpo que resulten raras, el comportamiento de querer besar en la boca a otras personas o tocar las partes privadas, incluso con los padres, son indicadores de que está aprendiendo eso en algún lugar. “Lo que tenemos como comportamiento es porque lo vimos o nos dijeron”.
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Prevención ante abuso sexual en menores de edad
La psicóloga Licia Martínez, del Ministerio de la Niñez, menciona la importancia de hablar y enseñar a los niños desde pequeños, por ejemplo, el nombre de sus partes privadas de manera correcta.
Estas partes no solo incluyen a los genitales, sino también a la espalda y la mano. “Enseñarles a que no deben permitir que le toquen de una manera que les da asco o vergüenza”.
Los niños deben estar habituados a nombrar las partes privadas del cuerpo para que puedan comunicar en caso de irregularidades y se puedan tomar las medidas a tiempo.
Hablar de los sentimientos es importante
La profesional indica que los niños, niñas y adolescentes deben hablar de sus sentimientos y que los padres o responsables no los deben invalidar.
“La validación de los sentimientos no quiere decir que se les va a dar todo, si no que, no se les va a retar ni juzgar porque se sienten de cierta manera. Que sepan que serán acompañados”, remarcó.
Es importante que sepan también que nadie tiene derecho ni puede tocar sus partes privadas, ni asociar a la emoción, especialmente si eso hace que sientan miedo, asco o vergüenza.
“Ellos se dan cuenta de que algo está mal, pero sienten miedo o vergüenza y hay veces que se acercan a la profe porque en casa nadie les está escuchando”, indicó.
Generar espacios de conversación
Recomienda propiciar en la casa un espacio, de manera diaria, donde se pueda conversar con los niños, niñas y adolescentes.
Por ejemplo, durante la preparación de la merienda o la cena, sin interrupciones de televisión o celulares que interfieran la comunicación.
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Eso ayudaría a que tengan la confianza de contar las cosas importantes y especialmente cuando ocurren situaciones irregulares. “Ellos deben tener la seguridad de que se les va a escuchar”, remarcó.
Llegar antes de que ocurra un abuso
Alejandra Sosa, de BECA, manifiesta que para poder reconocer las señales de abuso se debe tener una relación respetuosa con el niño y la niña, con una escucha activa para lograr la confianza y para romper el silencio.
“Es muy importante creer a las niñas y niños, si contaron que hay algo que les molesta o una persona hizo algo, hay que confiar en que ellas y ellos no mienten en estas situaciones”, remarcó.
También se debe garantizar el derecho a una educación integral de la sexualidad que muchas veces los adultos encargados del hogar no cuentan con las herramientas, “es el deber del Estado que en las escuelas, colegios y centros de salud los niños reciban información como herramienta para identificar todo tipo de violencia”.
Fortalecer el autoestima, enseñarles a pedir ayuda y que no guarden el silencio. Saber decir que no, sin culpa, menciona como otros factores de prevención.