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Monseñor Ricardo Valenzuela ofició la misa dominical de las 7:00 en el santuario Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé. Durante su prédica reflexionó sobre la importancia de la sinceridad con uno mismo y con la sociedad.
“Nos hace falta un poco de esto a nosotros, nos hace mucha falta ser sinceros con nosotros mismos. También hay que aceptar con fe y con fortaleza los golpes de la vida. Escuchamos hoy que todo sarmiento que da fruto bueno es porque se poda. En la enseñanza Jesús tomaba frecuentemente como punto de partida las cosas familiares, de tal manera que cuando le oían la gente con la imaginación ellos podían ver en palabra e imagen de que iban a ser siempre muy unidos”, señaló.
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Soportar con fe y fortaleza los golpes de la vida
El obispo Valenzuela dijo también que hay que soportar y aceptar con fe y fortaleza los golpes que nos da la vida.
“Cuando la cruz nos da una dura prueba en nuestra vida no quiere decir que Dios esté enojado con nosotros, sino todo lo contrario, pues dice la escritura que a quien ama el Señor lo corrige y azota a todos los hijos que reconoce, lo dice la Carta a los Hebreos y a veces nosotros desconfiamos cuando las cosas van muy bien o sea por ahí uno ya empieza a sentirse que pasará algo durísimo después de esto, pero no hay que sentir temor”, explicó.
El obispo dijo: “Nadie quiere estar enfermo, nadie quiere padecer alguna injusticia, pero lo recibimos nosotros, eso es inevitable. Algunas cosas son particularmente dolorosas y humanamente incomprensibles, pero junto con el lamento y la tristeza nunca va a faltar la esperanza, nunca debemos perder la esperanza”.
“Todo esto que vemos a nuestro alrededor no es hecho sin una finalidad. Después de la poda vendrá siempre la primavera y los frutos van a madurar”, enfatizó.
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Como cada domingo, la explanada de la basílica de Caacupé estuvo copada de fieles que acudieron a participar de la misa.
Estuvieron presentes visitantes de la Capilla San Pedro de Ciudad del Este, las Hermanas Franciscanas de Cristo Rey, peregrinos de San José de los Arroyos, J. Augusto Saldívar y Luque.
La animación de canciones religiosas estuvo a cargo del coro de Matrimonios Getsemaní de la Parroquia Virgen de las Mercedes de la ciudad de Limpio.