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El 28 de marzo del año 2013, en su primera misa crismal de Jueves Santo en la Basílica de San Pedro, el papa Francisco había exhortado a los más de 1.600 sacerdotes que estuvieron en aquella celebración a “ser pastores con olor a oveja”. Siguiendo ese camino, Mons. Ricardo Valenzuela culminó ayer una semana de visita pastoral en Piribebuy, llevando mensajes de paz, amor y humildad. Los pobladores de esta ciudad le demostraron el gran afecto que le tienen.
La visita pastoral inició el pasado domingo 7 de abril cuando Mons. Valenzuela hizo un recorrido por las diversas comunidades de Piribebuy. Instó a las personas a vivir una vida llena de paz, fe y armonía.
También destacó la importancia de seguir inculcando buenos valores a los niños, quienes desde pequeños van aprendiendo todo en la casa.
En el primer día de su visita pastoral el obispo de Caacupé manifestó su emoción por el gran recibimiento que le hicieron los habitantes de la localidad. Resaltó el cariño, y la religiosidad de los piribebuyenses, así como también la unidad que tiene cada comisión que se organizó para pasar una jornada de compartir y reflexión.
Recorrió varios clubes deportivos donde compartió momentos de recreación con los niños/as. En el club Capitán Cristaldo, monseñor demostró sus habilidades en el fútbol y recordó su infancia. Ante esto, dijo que en su juventud fue jugador del club General Díaz, por lo que estos momentos son muy significativos para él.
Luego hizo su paso en la escuela de Poncho Para’i de 60 listas. En el sitio lo recibieron la emblemática artesana Rosa Segovia, el párroco de Piribebuy Alcides Mendoza, la profesora Liliana Correa y varios trabajadores quienes hicieron una muestra de las técnicas que se utilizan para la elaboración del tradicional poncho.
Y por supuesto, Valenzuela también ingresó al sector de producción, donde acompañado de Doña Rosa, conoció los procesos de confección de esta prenda que ya es reconocida como patrimonio cultural inmaterial por la Organización de las Naciones Unidas (Unesco).
De esta manera el viernes 12 de abril finalizó el recorrido en la comunidad de San Francisco Javier de la compañía Capilla Cué. Luego Valenzuela se despidió con una misa oficiada en el templo Ñandejara Guazú. Durante la celebración el obispo agradeció a la comunidad por los gratos momentos que le compartieron y explicó que el objetivo de las visitas pastorales es renovar la fe con los pobladores y conocer cómo viven su fe en cada comunidad.
Anticipó que este año tiene programadas otras visitas en las cuales seguirá compartiendo con la gente. Visitará la Parroquia de Tobatí y otras ciudades hasta el mes de agosto.
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El significado de la visita pastoral
El obispo de Caacupé indicó que la visita pastoral es un poco el mandato de Jesús, “porque Él nos dice vayan y enseñen todo lo que yo les he ensañado”.
Mencionó que el pastoreo no tiene límites en la tierra y que la misión es ir a enseñar todo lo que Jesús ha enseñado, eso es el anuncio de la palabra de Dios.
“Esto nos anima a no detenernos porque todo lo que hagamos ya sea bueno o malo va a ser para toda la vida. Todo el tiempo que haya un ser humano estaremos cumpliendo esa misión”, dijo monseñor.
Piribebuy es una ciudad especial
El obispo resaltó que en este recorrido se pudo observar que la ciudad heroica de Piribebuy es muy especial porque además de tener una importante riqueza histórica tiene una población respetuosa y amorosa.
Destacó que es una comunidad muy devota y que eso se refleja en los numerosos oratorios que se tiene. “La religiosidad y amabilidad de la gente es maravillosa”, enfatizó monseñor Ricardo Valenzuela.
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