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Monseñor Ricardo Valenzuela ofició la santa misa en el santuario de Caacupé. Durante su prédica, recordó las Pascuas pasadas, particularmente las que se tuvo en época de la pandemia.
“Pensemos lo que fue ese tiempo de pandemia, a cuántos seres queridos, amigos, conocidos, vecinos, los hemos perdido o, en estos últimos tiempos, la muerte repentina que se ha visto en accidentes o por alguna enfermedad que tuvo postrado al prójimo y que después lo llevó el Señor”, manifestó.
El obispo reflexionó y señaló que hay que valorar más el presente, el día a día, y destacó la importancia del significado de la resurrección de Jesús.
Dijo que cuando tenemos problemas debemos recordar que Jesús está vivo y que prometió que, aunque Él muera, vivirá para siempre, porque está preparando para nosotros un maravilloso lugar y un reencuentro para algún día cuando nos toque la partida, por eso nos pide que vivamos realmente la resurrección con las cosas sencillas de la vida.
Monseñor indicó que muchos no sabemos lo difícil que es definir “la resurrección”, pero la preparación sí nos toca de cerca: el ser “sencillos, mansos, humildes, amables, afables, amorosos, pacíficos, ser una persona que sabe dominarse, que está disponible, que es honesta, honrada, auténtica e íntegra, eso es prepararse para la resurrección así de manera sencilla”.
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Importancia de la resurrección
En otro momento de su alocución, el obispo mencionó que el primer Domingo de Pascua es el tiempo en que hay que comprender la importancia de la resurrección. “Pensamos lo difícil que es perdonar a alguien que nos hirió o perdonarle por alguna causa a una persona a quien amamos”, dijo.
“Ciertamente duele, cuesta, tarda en curarse. Cuando nos encontramos en problemas o estamos sufriendo comenzamos a perder poco a poco la esperanza, porque no podemos saber cuándo va a pasar esa mala situación. Y si tuviéramos que enfrentar la posibilidad de que el tiempo que nos queda aquí en la Tierra caminando pronto se va a acabar, probablemente no estaríamos llenos de anticipación por lo que está por venir. Debemos aprender a perdonar”, agregó monseñor.
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Así también, recordó que el Viernes Santo reflexionamos sobre la prueba definitiva de cuánto nos amamos nosotros, cuánto es el amor que tenemos.
“Jesús abrazó esta terrible muerte y se ofreció en nuestro lugar para que nunca dudáramos de lo mucho que somos amados por Él y que podemos ser perdonados por Él. Mientras le colocaban en la tumba y la piedra estaba rodada a través de la entrada, parecía que había terminado todo. Era el fin, la profunda tristeza que se veía seguramente en los rostros de María, la Magdalena, la otra María, las otras mujeres y los amigos”, refirió.
“Todo había terminado. Pero, queridos hermanos, un amor tan grande y tan poderoso como el del Señor no se puede reprimir, no se puede esconder. Jesús tomó su vida y salió de la tumba para estar nuevamente presente con nosotros de alguna manera”, dijo.
“Este Domingo de Pascua, si miramos hacia atrás y nos sentimos decepcionados, desilusionados de nosotros mismos por no poder haber pasado pruebas, situaciones difíciles, recordemos que nuestro Señor está con nosotros y que Él es nuestro único salvador”, puntualizó monseñor Ricardo Valenzuela.
En la jornada dominical se pudo observar una importante concurrencia de visitantes que acudieron desde Encarnación, Ciudad del Este, Luque, Fernando de la Mora y Mariano Roque Alonso. La animación de canciones religiosas estuvo a cargo del coro permanente de la Basílica.